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2 de diciembre de 2011

Primer juicio oral por los agrotóxicos


Primer juicio oral por los agrotóxicos

Fecha de Publicación: 01/12/2011
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Córdoba 


La Justicia de Córdoba decidió llevar a juicio oral a tres personas acusadas de contaminar con agroquímicos el barrio de Ituzaingó, en las afueras de la capital provincial. En el lugar fueron denunciados 200 casos de cáncer, cien de ellos fatales.
Por primera vez, tres personas serán sometidas a juicio oral y público por contaminar una zona poblada con plaguicidas peligrosos para la salud, principalmente el glifosato y el endosulfán. Los imputados son dos productores agropecuarios y un piloto de avión, que están acusados de llevar adelante una fumigación clandestina en Ituzaingó, un barrio cercano a la ciudad de Córdoba.
El juicio se hará entre el 27 de febrero y el 2 de marzo en la Cámara Primera del Crimen de Córdoba. Los imputados son los productores agropecuarios Jorge Gabrielli y Francisco Parra, y el comerciante y piloto Edgardo Pancello. Los tres fueron acusados de haber violado el artículo 58 de la ley 9164 de agroquímicos, que prohíbe la aplicación aérea de endosulfán o glifosato cerca de un sector urbano.
La investigación de la causa fue realizada por el fiscal de instrucción Carlos Matheu y luego terminó convalidada por la Cámara de Acusación de la ciudad de Córdoba.
La ley de agroquímicos prohíbe precisamente la aplicación aérea de determinados productos usados en las plantaciones en un radio menor a los 1500 metros (en el caso del endosulfán) y a los 500 metros (en el del glifosato) de distancia de la población urbana, por tratarse de químicos peligrosos para la salud.
La causa fue iniciada en 2008, cuando el entonces secretario de Salud de Córdoba, Medardo Avila Vázquez, denunció a los productores por considerar que fumigaban al lado del barrio, a pesar de la prohibición.
Las denuncias iniciales se remontan al año 2002, cuando un grupo de mujeres del barrio Ituzaingó denunció que había numerosos casos de cáncer en esa zona periférica. Las viviendas de esas personas están en un sector colindante con extensos campos cultivados. La investigación permitió detectar que casi 200 personas habían contraído cáncer y cerca de cien ya murieron. “Lamentablemente, no se hicieron los análisis del suelo ni seguimiento de chicos enfermos”, dijo Sofía Gatica, quien perdió a una hija con malformación de riñón y tiene otra hija –de 17 años– a la que ya le detectaron agroquímicos en sangre.
Por su parte y al solicitar el año pasado el enjuiciamiento de los tres imputados, el fiscal Carlos Matheu no dudó en afirmar que “estos agroquímicos son cancerígenos”.
La causa fue elevada a juicio tras constatar que la zona estaba contaminada con un cóctel tóxico, según los estudios realizados: el PCB de los transformadores de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec) emplazados en el sector, agua contaminada con arsénico y los agrotóxicos por las fumigaciones cercanas.
El abogado Carlos Hairabedian, defensor de uno de los productores agropecuarios, consideró de todos modos que faltaban pruebas para sostener la acusación.
El uso de agroquímicos es cuestionado duramente por organizaciones ecologistas y científicos que realizan monitoreos de la situación. En ese marco, días atrás investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Córdoba dieron a conocer un informe sobre niveles significativos de metales pesados en granos de trigo en siete áreas de la provincia.
El investigador de la UNC y del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, Gonzalo Bermúdez, explicó a la agencia de divulgación del Instituto Leloir que en los granos recolectados se hallaron “metales y metaloides”, entre ellos “algunos tóxicos para la salud humana y ambiental como el plomo, cadmio, mercurio, níquel, zinc y cobre”.
“Debido a su alta estabilidad no pueden ser degradados o destruidos, por lo que tienden a acumularse en suelos y sedimentos, y a incorporarse en algunos cultivos”, acotó.

Ituzaingó: juicio oral y público a los agrotóxicos

Categoría: Notas
“No sé si los pondrán presos. Pero sí sé que esto sienta un precedente para el resto de las localidades y para toda la gente que está luchando por esto, contra las fumigaciones, los agrotóxicos y contra este modelo sojero” dice a lavaca María Godoy, una de las Madres de Ituzaingó. Dos productores sojeros y un piloto serán juzgados a partir del 27 de febrero por fumigar con agroquímicos como endosulfán y glifosato junto al barrio Ituzaingó Anexo, de Córdoba. En ese lugar tristemente famoso, desde 2002 las Madres de Ituzaingó –a quienes algunos, casualmente o no, llamaban “locas”- descubrieron a simple vista la novedad que se había instalado entre los vecinos: el cáncer. Muchas de ellas se presentarán como testigos al juicio ya que fueron ellas las que desde ese 2002 relevaron casos de cáncer, malformaciones, diabetes, hipotiroidismo y otras enfermedades. Descubrieron 200 casos entre 5 mil habitantes. Todo se confirmó por estudios del Ministerio de Salud (entonces a cargo de Graciela Ocaña). Se calcula que 100 de los enfermos ya murieron. El 33% de las muertes en Ituzaingó se debe a tumores.
Ahora, por primera vez en la historia, dos productores sojeros y un piloto serán juzgados por fumigar con agroquímicos, principalmente endosulfan y glifosato, a una distancia menor a la permitida por las leyes provinciales. Los acusados son los productores agropecuarios Jorge Gabrielli y Francisco Parra, y el piloto Edgardo Pancello, por haber violado la ley 9164 de agroquímicos, que prohíbe las fumigaciones aéreas de endosulfán (a menos de 1.500 metros) o glifosato (500 metros).
Entre otras 70 querellas que esperan resolución en la Corte, esta causa impulsada por Merardo Ávila Vázquez – ex subsecretario de la Secretaría de Salud de Córdoba- y el doctor Darío Avila toma curso gracias al fiscal Carlos Matheu quien apeló el pedido de sobreseimiento del juez de control por “falta de pruebas”. La Cámara de Acusación también consideró suficientes las muestras extraídas por la justicia en campos aledaños a la población, donde se encontraron los plaguicidas endosulfan y glifosato, y fechó las audiencias entre el 27 de febrero y el 2 de marzo en 2012.

Soja, pañuelos y barbijos
El endosulfán es un pesticida utilizado para controlar plagas de insectos en algodón, tabaco, sorgo y soja, y que la Agencia de Protección de Medioamiente (EPA) califica en la Categoría I: alta toxicidad aguda. Sus efectos cancerígenos no fueron comprobados pero sí sus daños en la reproducción y el desarrollo humano. Otra experiencia aporta la Red de Acción sobre Plaguicidas (PAN), integrada por 600 organizaciones de 90 países, que afirma que “los efectos del endosulfán incluyen deformidades congénitas, desórdenes hormonales, parálisis cerebral, epilepsia, cáncer y problemas de la piel, vista, oído y vías respiratorias”.
El glifosato es el veneno utilizado para los transgénicos, principalmente la soja. Pero la historia del barrio Ituzaingó Anexo comienza al revés. No fue la ciencia ni mucho menos la justicia quien dio explicación sobre los pañuelos en la cabeza de las mujeres, para cubrir los efectos de los tratamientos contra el cáncer, y los barbijos en los niños. Para Sofía Gatica, allá por 2001, algo estaba pasando.
En el barrio viven cinco mil personas. Todos, cuentan las madres, conocen algún amigo sino familiar con cáncer, tumores, diabetes o malformaciones. “Para mí es el agua”, sugirió por entonces una vecina a Sofía. Y entre las dos pronunciaron la palabra mágica: “juntémonos”.

Apagá la tele
Nacían, sin saberlo, Las Madres de Ituzaingó. En esa reunión el marido de la vecina ensayó un mapa marcando cada casa de los enfermos (conocidos): eran 200.
Gatica se presentó de inmediato a las autoridades del Ministerio de Salud provincial con las pruebas caseramente recogidas: “Investiguen por qué nos estamos muriendo”. No hubo respuestas. Entonces juntó y juntó vecinas (hecho que el biólogo Raúl Montenegro, quien respaldó desde el principio la lucha, resume así: “Me enojé mucho porque  a la reunión sólo fueron mujeres, los hombres estaban mirando un partido de fútbol”), e insistieron no ya en los ministerios sino en la prensa provincial. Recién cuando salieron ante las cámaras de televisión el ministro de Salud de entonces, Roberto Chuit, les concedió una entrevista: admitió que el agua contenía endosulfán y se dispuso a financiar los estudios solicitados. El biólogo Montenegro resume algunos de los resultados: “Había un transformador que tenía perdidas de aceite, había líneas de media tensión superpuestas con líneas de baja, contaminación del suelo con cromo, plomo y arsénico que es cancerígeno. Esta composición del suelo se debe a un proceso geológico. También había 200 tanques de agua sin tapa y todo lo que venía del campo o del propio movimiento del suelo del barrio se depositaba en el agua”. La cantidad máxima de arsénico que se encontró en el sedimento del agua de Ituzaingo fue de 44 partes por millón. En Argentina se permite 0.05 partes por millón, aunque la Organización Mundial de Salud recomienda solo el 00.1. Además, agrega Montenegro, “todo el barrio estaba afectado por las fumigaciones con máquinas mosquito y por avionetas”. La persistencia de las Madres obligó también a que en marzo de 2006 el gobierno provincial realizara un análisis para determinar el grado de toxicidad en sangre de 30 niños: “La totalidad de las muestras tienen pesticidas, y de los 30, hay 23 con niveles más altos de lo permitido”, contaba entonces Sofía.

Arsénico en tu tanque
Hasta la Organización Panamericana de la Salud llegó al barrio en agosto de 2007 convocada por la municipalidad y, tras relevamientos, entrevistas y confirmando las denuncias, concluyó: “El barrio Ituzaingó Anexo puede considerarse como un sitio contaminado. Los contaminantes de mayor importancia son los plaguicidas y el arsénico, fundamentalmente en suelo. La presencia de plaguicidas en tanques de agua posiblemente refleje la intervención de la vía suelo-aire.” Entre las imprescindibles acciones recomienda “incrementar el control sobre fumigaciones clandestinas a distancias menores a las permitidas por ley”.

Más casos en un barrio sitiado
Fue así, gracias al casero e insistente trabajo de las Madres y el aval científico, que en febrero de 2008 tuvo lugar la primera acción judicial en el barrio: El fiscal Matheu ordenó estudios en los patios de las viviendas y confirmó la presencia de endosulfán y glifosato, allanó galpones a chacareros y encontró tambores con los agrotóxicos.
A casi una década de las primeras denuncias, el 30 de diciembre de ese año la justicia cordobesa prohibió por primera vez las fumigaciones terrestres a menos de 500 metros de zonas urbanas y las áreas a la distancia mínima de 1500. El fallo, además, focalizaba en dos agroquímicos, el endosulfán y el glifosato, este último pilar de la industria sojera. Las Madres de Ituzaingó reconocen que el fallo judicial llegó cuando todo estaba envenenado: “La situación en el barrio sigue igual, siguen apareciendo casos de cáncer nuevos, sigue falleciendo la gente… Incluso hace 4 meses le detectaron leucemia a un chiquito de 2 años… Seguimos en la misma. Hemos recibido contaminación por años y recién nos dimos cuenta con las enfermedades”, relata ahora María.
Montenegro analizó para lavaca los alcances de la medida: “Los plaguicidas en nuestro país se controlan por la dosis letal o sub letal, que es la cantidad que puede matar a una persona, pero no protege a las personas de las bajas dosis, que rompen el sistema hormonal”.
La teoría lugareña de María: “Ellos nos van a seguir fumigando más lejos, y van a seguir viniendo los agroquímicos por la deriva por el viento en la zona, porque el barrio es como

Hacer justicia
La decisión judicial provincial motivó a que en 2009 la propia ministra de Salud Graciela Ocaña llegara Ituzaingó por expreso pedido de la presidenta Cristina Fernández. El resultado de la visita fue la creación del llamado Plan Ituzaingó que impulsó la creación de una comisión investigadora encargada de relevar y cotejar sobre las enfermedades y su posible relación con los agrotóxicos. “Nunca nos dieron los números finales, pero sí nos dijeron que el 33% de los fallecidos en el barrio Ituzaingó Anexo son por tumores. Y que la tasa es mayor que cualquiera a nivel provincial y nacional”, cuenta María Godoy.
Todavía también esperan los resultados de los análisis en sangre en 140 niños de 4 a 14 años, realizados en 2010, así como las muestras de suelo que allí tomaron “pero todavía no han sido llevados a análisis”. Sigue Godoy: “Y nos siguen jugando así, al desgaste, pero mientras avanzamos por otros lados”.
El Plan Ituzaingó poco aportó para ratificar las pruebas y avalar más de las 70 querellas que la Corte archiva al respecto. Desde el año 2002, Las Madres y otros vecinos fueron presentando casos de afecciones de distintos tipos; incluso muchos de los enfermos han fallecido a la espera de justicia. María avisa: “De acuerdo a lo que se resuelva en la Corte iremos a afuera, a la Corte Interamericana”.
La diferencia entre esas 70 y esta primera causa que llega a juicio oral está, según María, en “las personas que están a cargo”, llámese jueces y fiscales. En este caso, el fiscal de Instrucción del Distrito III, Carlos Matheu, es el mismo que en 2008 determinó la figura penal de “contaminación dolosa del medio ambiente de manera peligrosa para la salud” por fumigaciones áreas en áreas urbanas, sentando el precedente para la ley. Sin embargo, tuvo que sobreponerse al sobreseimiento del juez de control Esteban Díaz a los dos productores y el piloto por considerar “insuficientes” las pruebas científicas que determinaban endosulfán y glifosato en tierras urbanas. Matheu apeló y la Cámara de Acusación falló a su favor. Aunque la primera audiencia fue citada para el 27 de febrero, María se ríe que “es feriado” y augura el comienzo para las primeras semanas de marzo, a más tardar. Las muestras cotejadas y los pesticidas en ella encontrados, que al juez le parecieron insuficientes, son para María el motivo de la esperanza: “Creemos que va a salir favorable. El hecho de haber tomado las muestras en las plantas, en las hojas, en el campo y en las casas, y que dieron que había edosulfan y glifosato, es contundente. Aparte, hay muchos testigos y muestras humanas de lo que esto produce. Vamos a seguir esta causa y todas las otras, y seguiremos peleando también por la gran deuda pendiente: una ley nacional”.

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