Una llamada a la reflexión.
(Julio, 2004)
Máximo Sandín
"Nada mejor para enmascarar la ausencia de pensamiento que
la profusión de
palabras". Esta frase, o alguna parecida, leída en algún
texto poético, puede ser un certero diagnóstico de la crisis intelectual
en que parece sumido el Mundo. El
"pensamiento único", asumido, al parecer como
único modelo social posible por los dirigentes del
"sistema" ha consagrado al "mercado" como el único
agente de regulación social, lo que ha conducido a dejar el destino de la
Humanidad al albur de "la mano invisible del mercado" de Adam
Smith, un concepto basado en un análisis de la realidad mezquinamente
simplista (o simplistamente mezquino) en el que los verdaderos
"productores de la riqueza" son considerados algo menos que
materias primas. La consecuencia de esta catástrofe intelectual es que el
Mundo ha quedado en manos de personas sin escrúpulos que lo han llevado a
una situación límite como consecuencia del expolio de la Naturaleza y de
los pueblos "no competitivos". Un expolio sistemático
disfrazado con el nombre de "liberalismo" como falso sinónimo
de libertad. Y para conferir un carácter científico a este auténtico yermo
del pensamiento se han creado términos, conceptos e incluso teorías
igualmente vacíos de los que se habla como si tuvieran una existencia
real: "el precio del dinero", los "índices bursátiles",
el
"capital financiero", el "índice de consumo"
y algunos tan hipócritas como "la libre competencia" o "la
renta per cápita". Con estas bases científicas no resulta extraña la satisfacción
de los expertos con la entrada de China en el "libre mercado" porque
ya son "6000 millones de consumidores". Esta especie de
"pereza mental", de no querer detenerse a reflexionar sobre el
camino al que nos está conduciendo "la mano invisible (y rapaz) del
mercado" parece un síntoma de decadencia (incluso un indicio de catástrofe)
de nuestra "civilización".
Pero el pensamiento único no se ha
detenido en el ámbito de la economía. La
aparente necesidad de descargar responsabilidades en algún tipo
de "poder
incontrolable" se traduce en la explicación de la
Naturaleza mediante la omnipotencia, igualmente aleatoria e imprevisible,
de la selección natural: el único motor de la evolución de la
vida y de las relaciones entre los seres vivos, cuyo fundamento es una competencia
permanente de todos contra todos. Y, del mismo modo, la profusión de "términos
científicos" creados en torno a ella (la fitness, el "coeficiente de
selección", el "valor reproductivo", el "equilibrio
genético"...) constituyen los puntales, apoyados en el aire de una
Naturaleza inventada, que soportan la base del pensamiento único
biológico.
No quisiera resultar demasiado cruel, porque
comprendo perfectamente las
circunstancias y las actitudes de los especialistas que han
dedicado su vida a explicar (o a entender) la evolución según las
hipótesis matemáticas de la Genética de poblaciones, pero ya resulta
evidente que los datos reales existentes, especialmente sobre Biología del
desarrollo y Genética molecular y la extremada complejidad de los
procesos y fenómenos implicados en la construcción y en las diferencias
entre los organismos, llevan, necesariamente, a que se puedan descartar
todos los tópicos asociados y derivados de ella (y, en general, de la
Síntesis "moderna"). La información genética no se encuentra
localizada exclusivamente en "los genes", sino que es el producto de
la interacción de ADN, ARN y un gran número de complejísimas proteínas, y
está condicionada por el ambiente (Life’s Complexity Pyramid. Oltvai
y Barabasi; Nature, 2003). Es más: Los Homeoboxes, las duplicaciones
(en mayor o menor escala), las remodelaciones genómicas, la transferencia
horizontal de genes, los procesos de regulación de la expresión génica,
los fenómenos epigenéticos... resultan hechos observables
empíricamente, y no parecen tener la menor relación con las hipótesis de partida,
jamás verificadas en la Naturaleza, de la Genética de poblaciones.
En cualquier caso, da la impresión de que la teoría convencional (el
pensamiento único) es capaz de "asimilar" todos estos procesos,
por complejos que sean, como "una forma más de variación", y
sólo con "demostrar" que en la Naturaleza existe algo llamado
selección natural, se da la teoría por validada al completo. No me cansaré
de insistir en algo que han resaltado muchos (o, al menos, algunos) otros:
resulta dudosamente científico pretender explicar el
"funcionamiento" de la Naturaleza mediante la extrapolación de
unas actividades humanas "antinaturales" como son las de selección
forzada, en animales y plantas, de características muchas veces inviables
en condiciones naturales. La, ya clásica, "demostración" de la
existencia de la selección natural en los textos científicos adolece de
una penosa inconsistencia lógica: el supuesto experimento de la famosa
Biston betularia (no entraremos en la autenticidad del experimento)
según el cual las polillas supervivientes a los predadores como resultado de
su mejor mimetismo son el resultado de la actuación de la selección natural,
es suficiente para dar por sentado que éste es el mecanismo de cambio
evolutivo, a pesar de que las polillas supervivientes ya existían antes, exactamente
iguales. Y con esta base empírica es posible explicar la enorme diversidad
y complejidad morfológica, genética y fisiológica de los seres vivos,
simplemente, "con el tiempo", y todo lo que existe (ya sean
órganos, estructuras o "simples" proteínas), es "porque ha sido
seleccionado". Pero, dado el carácter
"intocable" de este concepto, no voy a hacer perder el tiempo a
los (hipotéticos) lectores profundizando en su discusión. Si es
necesario, haré el (para mí, durísimo) ejercicio intelectual de admitir
(por "imperativo categórico") que en la Naturaleza hay unos
animales "más aptos" que otros. Que las hembras prefieren los animales
"más aptos". Que los machos "más aptos" dejan más
descendientes que otros (incluso que los "menos aptos" no dejan
ninguno, porque los "más aptos" se quedan con todas las hembras,
"aptas" o no). Que en la Naturaleza todos los seres vivos
compiten entre sí, permanentemente, incluso las células los
"genes" y las proteínas (me van a disculpar, pero esto
último ya es demasiado duro...) ¿Alguien sería tan amable de explicarme
qué tiene que ver esta durísima vida (sólo comparable con las de un "ejecutivo
agresivo" o un científico "puntero") con las remodelaciones
genómicas y embriológicas asociadas con la evolución?
Este modo de interpretar las relaciones entre los
seres vivos parece ser la herencia de toda una concepción de la Naturaleza
con hondas (y decimonónicas) raíces culturales (compartidas, por
cierto, con la teoría "científica" de "la mano invisible del
mercado").
Pero si se considera científicamente admisible que la
Naturaleza se pueda describir como una especie de infierno (¡la jungla!)
plagado de peligros, en el que todos acechan esperando la ocasión para
exterminarse (una concepción que me resulta incomprensible en un biólogo
amante y admirador de ella) y mediante una gran profusión de metáforas ("la
Reina roja", "Barba verde", "el dilema del
prisionero"...) y de conceptos económicos (coste-beneficio,
explotación de recursos, competitividad, estrategias...), es de suponer que
también será dmisible científicamente la posibilidad de interpretarla mediante
los conceptos de la Teoría General de Sistemas: Según ésta, un sistema se define
como un conjunto organizado de partes interactuantes e interdependientes que
se relacionan formando un todo unitario y complejo. Entre los distintos
tipos de sistemas,
los seres vivos se ajustan a las características de los llamados
"sistemas organísmicos u homeostáticos" (capaces de ajustarse a
los cambios externos e internos) y están organizados en subsistemas
que conforman un sistema de rango mayor (macrosistema).
Los sistemas complejos adaptativos son, según los físicos, muy
estables y no son
susceptibles a cambios en su organización, pero ante un
desequilibrio suficientemente grave, su respuesta es binaria: un colapso
catastrófico o un salto en el nivel de complejidad (debido a su tendencia
a generar patrones de comportamiento global). Es decir: adaptación (ajuste
al entorno) y evolución (cambio de organización) constituyen procesos
diferentes.
Tal vez les parezca a algunos lectores una
interpretación tan metafórica como las citadas (aunque, ciertamente, menos
desagradable), pero lo que resulta innegable es que son conceptos
aplicables a los datos biológicos existentes y no a supuestos comportamientos
o intenciones. No parece necesario extenderse en la descripción de la Naturaleza
mediante estos conceptos: células, órganos y tejidos, organismos,
especies, ecosistemas... se organizan de esta manera. Pero sí puede ser
conveniente detenernos en el modo en que estos sistemas cambian y en los
datos que tenemos sobre la evolución de la vida: los primeros seres vivos
de que tenemos constancia son las bacterias (sistemas de un elevado grado
de complejidad). Los datos empíricos han demostrado fehacientemente
que las células eucariotas se formaron por integración de bacterias, y los
organismos multicelulares están formados por agregaciones de distintos tipos
de células, cuya organización viene controlada por un "programa
embrionario".
Detengámonos un momento en las características de estos
programas: el desarrollo embrionario animal y vegetal está coordinado
(entre otras cosas) por grupos de genes/proteínas denominados
Homeoboxes cuyos genes están organizados en "secuencias
repetidas en tamden". Sabemos que los responsables de las
"repeticiones del ADN" son los denominados retrotransposones
(que hacen copias de sí mismos), por lo que la información contenida en
los genes homeóticos deriva, obviamente, de la contenida en los
retrotransposones. En cuanto al origen de los
retrotransposones, resulta aplastantemente evidente, tanto por su
estructura, como por sus componentes, que son derivados de retrovirus que
han perdido, en mayor o menor medida, los genescorrespondientes a la formación
de su (complejísima) cápsida. (The bacteriophage O29 portal motor can package
DNA against a large internal force. Smith et al., 2001. Nature.) Por otra
parte, en lo genomas animales y vegetales existe una considerable
proporción de "virus endógenos", considerados
inicialmente como "parásitos" (en función de las interpretaciones
"economicistas" de la Naturaleza), pero que se han mostrado
como parte constitutiva y esencial de los genomas. (Our retroviral
heritage.
Patience et al., 1997. Trends Genet.). No parece absurdo
plantear que su información biológica tiene mucho que ver, entre muchas
otras cosas, con el origen (por integración de sistemas) de los
"elementos móviles", de las "repeticiones" y, por tanto, de
una gran parte de los genomas (Transposable elements as source of
variation in animals and plants. Kidwell y Lisch, 1997. PNAS).
Es evidente que estos planteamientos tan
radicalmente diferentes de la visión
convencional, en la que los biólogos estamos mentalmente
"adiestrados", necesitarían, para ser desarrollados, mucho más
espacio y mucha reflexión, y no voy a pedir a los lectores darwinistas
"convencidos" el sacrificio de perder su "valioso" tiempo
en leer, (por ejemplo, en artículos publicados en esta página o en Arbor
Nº 677, 2002) argumentos y datos mas elaborados y documentados, porque ni
siquiera tengo excesiva confianza en que tengan paciencia para acabar de
leer estos. Pero creo que merece la pena, por si a alguien le pudiera
interesar, relacionarlos muy sucintamente con algunos fenómenos evolutivos
que parecen claramente constatados. Los cambios evolutivos (los grandes
cambios de organización, que no tienen nada que ver con los
fenómenos demográficos) se producen siempre en relación con fenómenos
catastróficos que suelen
coincidir con los inicios de los grandes períodos biológicos
(que, desde antiguo, han recibido sus denominaciones en función de las
faunas distintivas que los caracterizan), unos cambios que han afectado a
los ecosistemas en su totalidad y que han sido descritos como
"remodelaciones radicales de la biota" (East of eden at
the Paleocene/Eocene Boundary. Beard, 2003. Science). Los cambios de
la organización general de un organismo no pueden producirse
gradualmente por un motivo puramente embriológico, y es que los estados
embrionarios están organizados de una manera jerarquizada e interconectada
(los cambios afectan "en cascada" a la totalidad del organismo),
de forma que cuanto mayor sea la diferencia entre un patrón y otro, más temprana
es la fase del desarrollo en que se ha de producir el cambio
(Developmental Biology: Molecular Feedback. Niehrs y Meinhardt, 2002.
Nature). Y esto es lo que nos describe, honestamente, el prestigioso
paleontólogo Otto H. Schindewolf: Nosotros encontramos que la
estructura organizadora de una Familia o un Orden no surge como resultado
de modificaciones continuas en una larga cadena de especies, sino mas
bien
por medio de una repentina y discontinua remodelación del
complejo tipo de Familia a Familia, de Orden a Orden, de Clase a clase
(Ekkehard y Saedler, 2002. Annual Reviews of Genetics). Finalmente, estos
"saltos evolutivos" tienen su reflejo en los genomas, en los
que, cada día se encuentran más evidencias de duplicaciones (en mayor o menor
escala) (Extensive genomic duplication during early chordate evolution.
McLisaght et al., 2002. Nature Genetics) y reorganizaciones
cromosómicas (Serial delections and duplications suggest a mechanism for
the collinearity of Hox genes in limbs. Kmita et al., 2002. Nature) que no
tienen la menor relación con las tradicionales "mutaciones
(desorganizaciones) graduales y al azar". Por otra parte, el
denominado por los partidarios del "gen egoísta" ADN basura, y
compuesto por un elevado número de repeticiones, ha resultado (isisto:
como era previsible) que no sólo no lo es, sino que es una parte
fundamental de los genomas ("Junk" DNA reveals vital role. Pearson,
H. 2004. Nature) relacionada (entre otras cosas) con el desarrollo
embrionario, y por tanto de las características distintivas de los
organismos (es decir, nos queda la inmensa
mayor parte de los genomas por secuenciar y comprender). No será
necesario recordar, para concluir, que los "elementos móviles" y
los "virus endógenos" se pueden activar experimentalmente
mediante "agresiones ambientales".
Tengo plena conciencia de lo difícil que resulta
asumir un cambio tan radical en relación con la concepción convencional de
la evolución, cuyo vocabulario y cuyos conceptos son parte constitutiva
del lenguaje biológico. La competencia, las estrategias, la fitness, la
selección sexual, la especiación, los "eslabones perdidos", el
egoísmo y el altruismo... están tan arraigados como "términos
evolutivos" que han pasado a formar parte de la "estructura
mental" de muchos expertos en evolución y, precisamente por ello,
no cabe esperar una disposición en ellos a un cambio de pensamiento tan
drástico (insisto en que comprendo su actitud y sus circunstancias), pero
creo que hay motivos para la esperanza en la actitud de los jóvenes
científicos (http://www.uam.es/otros/geb/revista/Portada.htm ) que no tienen
unas "firmes convicciones" intocables ni una larga carrera ni un
"sólido prestigio" que mantener. En definitiva, no habría prisa
si sólo se tratase de esperar la llegada de "savia nueva" a la práctica
profesional de la Ciencia.
Pero, lo que produce una inquietud cercana a la
angustia son las consecuencias del mantenimiento de los conceptos
(reduccionistas) e interpretaciones (competitivas) derivados de la visión
tradicional en la investigación aplicada y en sus posibles repercusiones.
Porque no se trata de que se asuma total ni siquiera parcialmente el planteamiento
evolutivo que he intentado resumir. Se trata, simplemente, de tener en cuenta
datos y fenómenos comprobados experimentalmente, independientemente de su interpretación
(por otra parte, imprescindible) en un contexto evolutivo: Sabemos que en
los genomas existe una alta proporción correspondiente a virus endógenos entre
los que se encuentran los implicados en la inmunodepresión en mujeres
embarazadas (Boyd et al., 1993. Virology; Harris, J.R., 1998. Bioessays,
etc.), lo que implica que los virus responsables del SIDA son, con toda
seguridad, virus endógenos de chimpancé y macaco que se han hibridado con
sus correspondientes humanos como consecuencia de la elaboración (por
científicos "occidentales") de vacunas con tejidos y sangre entera
de estos monos, y no a causa del hábito (milenario) de los africanos de
comer este tipo de animales ("infectados", según nos quieren
convencer los expertos). Un fenómeno semejante es el que explica la
supuesta responsabilidad de los virus en enfermedades autoinmunes como la
artrosis, y en la enfermedad de Alzheimer o el cáncer (hace tiempo que se
ha comprobado que los tumores de mama emiten partículas retrovirales, responsables,
sin duda de las metástasis). Es decir no serían causa (no hay epidemias
de artrosis o de cáncer), sino efecto. Los órganos y tejidos dañados
por algún tipo de agresión ambiental emiten partículas virales (Khan
et al., 2001. Virus Res.). Por eso resulta muy preocupante la intención de
elaborar, por ejemplo "una vacuna contra el
Alzheimer" o el enfoque de la lucha contra el cáncer,
consistente únicamente en el intento de interferir alguno de sus procesos.
Tan preocupante como los descubrimientos "de los genes" del
lenguaje o de "los genes" del miedo o del comportamiento en
general, sobre todo, si se han "encontrado" en ratones o se
basan en experimentos "in vitro" (es decir, fuera del organismo
al que se pretenden aplicar). Hasta hace bien poco se
publicaba en las más prestigiosas revistas que "un alto porcentaje de
insectos está infectado por bacterias". Hoy sabemos que
todos los seres vivos tenemos en nuestro interior una numerosa flora
bacteriana (entre otros) y que es imprescindible para nuestra vida (iba a
escribir "supervivencia"). También sabemos que las aguas, la
tierra (incluso el interior de las rocas profundas), el aire, nuestra piel,
están repletas de una enorme cantidad de bacterias que realizan funciones
fundamentales de "control" de ecosistemas y de transmisión de
información genética. Y también que una
cantidad mucho mayor de virus (de 5 a 25 veces más) se encuentra
en los mismos sitios, en la base de la pirámide trófica. Es evidente que
si su carácter natural fuera el de "patógenos" guiados por
la "competencia", tendríamos pocas posibilidades de (esta vez sí)
"sobrevivir". Que sólo se convierten en patógenos cuando algún tipo
de agresión desestabiliza su actividad normal. Por eso, también resulta
muy preocupante leer que ante la propagación de la resistencia de las
bacterias a los antibióticos, como consecuencia de su uso desmedido, la
solución es "hacer más antibióticos", o que se están
"creando" cerdos transgénicos que expresan inmunoglobulinas humanas
para evitar el "rechazo hiperagudo" en los xenotransplantes, o
la lucha contra los virus "emergentes" (o contra los
"priones"), previamente desestabilizados por agresiones ambientales,
o que se pretende "fumigar" con virus un bosque para eliminar una
plaga, o que la producción de organismos transgénicos no es más que "una
aceleración de los
procesos normales ("al azar") de la evolución", o
que la "contaminación genética" producida por sus cultivos es
irrelevante, o que un ensayo de "terapia génica" contagia de
SIDA, por error, a un enfermo...
En definitiva, no se trata de un juego intelectual
para debatir quién "se sabe" la evolución (¿quién se la puede
"saber"?). Se trata de detenerse y reflexionar sobre lo que nos
dicen los nuevos datos, que nos están descubriendo otra Biología. Pero, sobre
todo, se trata de no contribuir al desastre al que está abocando al Mundo
el "pensamiento único" basado en principios tan vacíos como el
libre mercado y la libre competencia. Se está haciendo urgente la
necesidad de replantearse muchas "verdades indiscutibles". Por favor,
pensemos en ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario