BLOG VECINAL ORIENTADO A LA DEFENSA DE LA CALIDAD DE VIDA DE QUIENES VIVIMOS EN EL NOA Y EN PARTICULAR EN LA HERMOSA CIUDAD DE SALTA "LA LINDA".
Contra los monocultivos y minería contaminantes y a favor de la Soberanía Alimentaria y de un Proyecto Nacional Sustentable

13 de diciembre de 2011

Agroindústria Amenaza la Seguridad Alimentaria

Por Luis R. Miranda
The Real Agenda
13 de Mayo, 2011

Personas desinformadas acostumbran decir que el crecimiento de la población es la más grande amenaza en del siglo 21, especialmente cuando se relaciona con la disponibilidad de alimentos. Aunque el acceso a la alimentación es uno de los temas más importantes que enfrenta la humanidad hoy en día, el “problema de la alimentación” tiene todo que ver con la calidad de la misma y nada que ver con la escasez debido a la sobrepoblación del planeta. El mundo ha cambiado de muchas maneras en los últimos cincuenta años y muchos de esos cambios han sido para bien, pero muchos de los más importantes han sido para mal. En el pasado, la mayoría de los países producían sus propios alimentos, y la gente era independiente en su capacidad para alimentarse. Hoy en día, un puñado de corporaciones controlan todo el proceso de producción y distribución de semillas y alimentos. En lo que respecta al suministro de alimentos, tal vez hay una consecuencia peor que las prácticas y políticas monopólicas: Los alimentos que se supone nos proporcionan la nutrición que necesitamos son realmente lo que nos enferma y en muchos casos nos mata.



En el Reino Unido, una bacteria llamada Campylobacter en los pollos provoca diarrea, fiebre, dolor abdominal y calambres. Muchas veces, estos efectos empeoran y producen enfermedades crónicas potencialmente mortales. Se estima que el 85% de los pollos en el Reino Unido están infectados. Mientras tanto, en los Estados Unidos, el norovirus, que se transmite a través de la manipulación de los alimentos con las manos sucias, así como la Salmonella, que infecta a las personas que ingieren alimentos con heces, causan vómitos, diarrea, fiebre y calambres. Estos son sólo dos ejemplos de pobre gestión de los alimentos en lo que llamamos el “mundo desarrollado”. Pero se pone peor en los países del tercer mundo, donde las normas de sanidad de los alimentos son menos claras o simplemente son ignoradas por la industria alimentaria.

En China, por ejemplo, la contaminación de alimentos con melamina causó la muerte de seis bebés y enfermó a unas 300.000 personas en 2008. La contaminación se produjo cuando la melamina, producto químico industrial, se introdujo en la producción de leche. En el “mundo desarrollado”, Alemania tuvo su propio caso de la intoxicación masiva de alimentos con dioxina en alrededor de 4.000 fincas en todo el país. Una empresa alemana vendió 200.000 toneladas de alimento animal contaminado con dioxinas y este alimento fue dado a miles de animales. Las dioxinas son sustancias tóxicas que causan cáncer.

Aunque no hay un proceso formal de registro de casos de intoxicación alimentaria y otras amenazas de salud realizadas en torno a los alimentos contaminados, los datos puestos a disposición muestran que la contaminación de alimentos es un asunto común en la mayoría de las naciones. Incluso los países que logran tener su propio sistema para mantener los alimentos limpios de químicos, bacterias y viruses no pueden evitar los casos de intoxicación masiva de sus ciudadanos. En Singapur, 3 millones de personas mueren cada año como consecuencia de la intoxicación por alimentos.

Insegura para comer

Una evaluación reciente publicada por GRAIN, una organización internacional sin fines de lucro que informa sobre cuestiones de seguridad alimentaria en todo el mundo y si un cultivo es adecuado para comer o no, describe una serie de razones a considerar para determinar la seguridad alimentaria. “Las malas prácticas (la falta de higiene, el abuso de los animales, el uso y abuso de antibióticos y pesticidas), tecnologías de alto riesgo que no fueron probadas adecuadamente (modificación genética, la nanotecnología, la irradiación, la clonación), la contaminación deliberada (por ejemplo, manipulación), o simplemente una mala supervisión” son sólo algunos de los motivos por los que los alimentos llegan contaminados a su mesa. Es por eso que un asunto de interés para la seguridad alimentaria tiene que ver con el tamaño de las empresas que producen las cosas para los consumidores. Es un hecho que el régimen de alimentos industrializados que regula la producción y distribución de comidas es la principal causa de contaminación de alimentos. Todo viene a medida. Si un productor pequeño de carne o de verduras proporciona alimentos contaminados, el impacto es pequeño, pero si una gran empresa que produce y distribuye alimentos en todo el mundo gestiona sus procesos mal, el resultado es que cientos de miles de personas se enfermen y muchas otras mueran como consecuencia de alimentos contaminados.

La producción a gran escala es una de las principales causas de la intoxicación masiva de alimentos. No sólo son las normas más difíciles de aplicar cuando una empresa produce grandes cantidades de carne, envasados o granos, pero también es probable que las empresas no estén tan preocupadas con la aplicación de prácticas que garanticen una buena higiene y seguridad en el trabajo, por ejemplo. La cantidad de producto que entra y sale de una planta de embalaje de carne o una instalación de procesamiento de granos hace que sea casi imposible mantener un ojo en cada artículo que circula dentro y fuera. Las políticas que rigen grandes unidades de producción son las de recibir, empacar y enviar la mayor cantidad de producto posible.

¿Dónde están los reguladores?

En una frase, los reguladores del gobierno están generalmente en la cama con Big Corp. No es realista creer que los burócratas que supervisan la seguridad alimentaria simplemente no son conscientes de los problemas con la producción y distribución de alimentos, a pesar de que esa suele ser la excusa dada por ellos y el gobierno para justificar su inacción. Hay un montón de pruebas de que tanto los organismos gubernamentales como las empresas están continuamente negociando para evitar la aplicación de las leyes que protegen a los consumidores. Casi todas las nueva leyes que son aprobadas en materia de seguridad alimentaria abren nuevas puertas para que la industria alimentaria desacate los reglamentos y maneje la producción de alimentos a su manera. Tomemos como ejemplo el caso de la leche cruda. La leche es procesada a través de la pasteurización y homogenezación literalmente en todas partes. Los países que no han prohibido la venta y el consumo de leche cruda están trabajando actualmente en legislación para hacerlo. El procesamiento de leche es necesario, los gobiernos y las empresas dicen, para evitar la ingestión de bacterias que puedan existir en la leche cuando está cruda. Sin embargo, también es cierto que la pasteurización y la homogeneización simplemente acaban con todos los nutrientes que la leche cruda tiene. ¿Alguien dijo pandemia, deficiencia de calcio y osteoporosis? Desde luego hay productos farmacéuticos para resolver esos problemas.

La leche cruda es una de las fuentes más importantes de nutrición para la gente pobre en todo el mundo. Es una de las pocas fuentes asequibles de nutrición y que puede ser fácilmente hervida en casa para garantizar su seguridad. Así que ¿por qué los gobiernos aplican leyes o reglamentos que prohíben la leche cruda? Estas reglas son creadas e impuestas por la Organización Mundial del Comercio, una institución que trabaja para el cártel internacional que controla la mayor parte de la producción y distribución de alimentos. Otras razones frecuentemente aducidas para justificar la prohibición de la venta de leche cruda es la idea de que ayudará a modernizar la industria láctea, que a su vez traerá beneficios porque las empresas serán capaces de competir con otras que importan y exportan productos lácteos. Nada de esto es cierto. La verdadera razón es que los países afiliados a la OMC están obligados a adherirse a sus normas si quieren tener la oportunidad de participar en los llamados Acuerdos de Libre Comercio. Los acuerdos de libre comercio son herramientas utilizadas por las empresas para acumular control sobre la mayoría si no todas las actividades productivas. Las políticas que gobiernan la producción de alimentos tienen poco que ver con la salud pública y todo con lo relacionado al control completo del mercado, los monopolios y la dominación corporativa.

Acuerdos de libre comercio son la materialización de los controles de monopolio ejecutados por organizaciones multilaterales, en nombre de Big Corp. Las rondas de negociación que se llevan a cabo a menudo en un país o en la sede de la OMC en relación con la producción de alimentos, son tratados como cuestiones de comercio y no como temas relacionados a la accesibilidad o la la ciencia de la comida. En todo el mundo, las empresas determinan cada vez más lo que está permitido como práctica para la producción de alimentos y la manipulación y que no. GRAIN cita los casos de empresas que alimentan a las vacas con partes de animales como una forma de proporcionarles proteínas. Esta práctica, en muchos casos conduce a la enfermedad de la vaca loca, pero todavía se permite en países como los Estados Estados y Japón. Otro caso es el de la ractopamina, una sustancia dada a los cerdos para promover su crecimiento. Este elemento se agrega a su alimentación. En un ejemplo poco común de sanidad alimentaria, incluso países como China y regiones enteras como la Unión Europea, que en conjunto producen cerca del 70 por ciento del suministro mundial de carne de cerdo, prohibieron su uso en la carne. Otros países como los EE.UU. continúan utilizando la ractopamina en la alimentación que se proporciona a los cerdos, pavos, gallinas y vacas. El gobierno de EE.UU. no sólo permite su uso, sino que también defiende al productor de la ractopamina, Eli Lilly y sus exportaciones de carne de ser prohibidas en los países con los que tiene acuerdos comerciales. No sólo son los consumidores estadounidenses quienes son contaminados con esta sustancia química, sino también cada persona en cada país que acepta la carne de cerdo, res, pavo y gallinas estadounidenses.

Los acuerdos de libre comercio como instrumentos para imponer regulaciones corporativas

En las últimas 3 décadas, los tratados de libre comercio se han convertido en la herramienta de moda utilizada por grandes corporaciones y habilitadas por la Organización Mundial del Comercio y la Organización Mundial de la Salud para hacer cumplir sus normas y llevar a cabo su juego. Todo empezó en los años 80 con las negociaciones conocidas como el GATT. Más tarde llegaron los acuerdos de libre comercio entre Europa y los países de América Latina y otros, entre América del Norte y los países latinoamericanos, tales como el ALCA, CAFTA y NAFTA. Contenidos en esos acuerdos hay todo tipo de trucos por escrito para permitir a las corporaciones manipular y controlar definitivamente los mercados. Esto es así, porque hay poca protección en relación a lo que puede ser comercializado y como este comercio debe ocurrir. El objetivo que todas las negociaciones anteriores tenían en común promover el intercambio de los bienes más baratos al precio más bajo. Esto sería positivo si no fuera porque los bienes baratos significan alimentos contaminados, violaciones interminables a las leyes laborales y los trabajadores y la conquista de los mercados globales por un puñado de empresas que ahora deciden qué se produce, vende, compra, cuales tarifas y cuotas se aplican, y que quieren “proteger” todo, incluso lo que no es de ellos, contra el “robo” con absurdas leyes de propiedad intelectual que se adjuntan a todos los acuerdos comerciales.

Acuerdos de libre comercio no tienen nada que ver con el libre comercio en beneficio de los consumidores o permitir el crecimiento de los agricultores de tamaño pequeño o mediano. Lo que las empresas que controlan a los gobiernos quieren es un pase libre para invadir todos los mercados y producir todo lo que comemos y usamos, por lo que todos los demás serán dependientes de los productos cultivados y fabricados al otro lado del mundo para su supervivencia. Como GRAIN cita, los acuerdos de libre comercio son mecanismos para crear puertas traseras que limiten el acceso de los pequeños y medianos productores a los mercados más disputados. Estos acuerdos no hacen nada para promover o garantizar la seguridad alimentaria o la salud pública, sino para asegurar el crecimiento ilimitado de las corporaciones y sus márgenes de ganancias. Las empresas alcanzan los monopolios de mercado mediante la creación de políticas que, aunque inexplicablemente ridículas, son aceptados como las normas en todo el mundo. Estas políticas se han adaptado para limitar la competencia leal en todos los países de una manera que sólo a aquellos países en los que las grandes corporaciones o empresas tienen intereses, les es permitido entrar en mercados competitivos.

La Unión Europea prohibió las importaciones indias de pescado porque los productores no cumplían con normas europeas, como la desinfección y limpieza de las instalaciones con agua potable, a pesar de que la India carece de la infraestructura para proporcionar agua potable a la mayoría de su población. En Tanzania, los pescadores tuvieron la misma experiencia. Ellos obtenían el 80 por ciento de sus ingresos de Europa, pero después de que la UE prohibió su producto, los pescadores no tenían mercado para este. Uganda también sufrió un resultado similar, lo cual le costó al país 40 millones de dólares en pérdidas. Entonces, ¿cómo se las arreglaron los europeos comer pescado? Empresas como Pescanova se trasladaron a África y comenzaron a servir el mercado europeo. Una vez que se instaló en el continente, la compañía adquirió toda la producción y las empresas de distribución.

El caso de Organismos Genéticamente Modificados (OGM)

¿Qué podría ser más peligroso para comer que los organismos genéticamente modificados, que se han demostrado, una y otra vez, son nocivos para los seres humanos y animales. Independientemente de las pruebas concluyentes de que los transgénicos son peligrosos para nuestra salud, agencias gubernamentales de todo el mundo siguen autorizando el uso de ingredientes modificados genéticamente en los alimentos. No sólo eso, sino que también se niegan a etiquetar los productos que contienen OGM alegando que es injusto para las compañías que los fabrican y que en realidad puede ser confuso para los consumidores. En el caso de los salmones transgénicos, por ejemplo, la industria del salmón transgénico ha dicho que el producto no puede ser etiquetado porque su producto es idéntico al salmón salvaje. Lo mismo es cierto para otros productos como el maíz, soya, leche y verduras. La idea de que un consumidor bien informado es la mejor herramienta para fortalecer las empresas y los mercados simplemente no es lo que buscan las corporaciones. En la medida en que les corresponda, un grupo de consumidores con la menor información posible, es el mejor escenario para llevar a cabo sus prácticas de negocios. Un cable diplomático revelado por Wikileaks reveló cómo la administración Bush presionó al gobierno de Francia para aliviar sus preocupaciones sobre los organismos genéticamente modificados. El cable decía:

“analizamos formas de represalia contra la Unión Europea ya que [la aceptación de los OMG] es una responsabilidad colectiva, y estas represalias se centrarán en el peor de los culpables”. La lista de represalias debe ser medida en lugar de viciosa y debe ser sostenible en el largo plazo, ya que no debemos esperar una pronta victoria “.

Esta campaña para imponer el uso de organismos genéticamente modificados es un claro ejemplo de cómo las grandes corporaciones ejercen su control sobre los gobiernos para que gigantes como Monsanto, DuPont, ConAgra, Cargill y otras corporaciones de biotecnología no tengan interrupciones en los países que quieren prohibir las semillas o alimentos transgénicos, o exigir etiquetas que informen a los consumidores. Junto con Francia, las corporaciones que controlan el gobierno de Estados Unidos también minan la soberanía de los países del tercer mundo que no tienen ni voz ni voto sobre las prácticas de sanidad utilizadas en la producción, importación y exportación de cultivos en su propia tierra. Como sucede en los países desarrollados, las naciones del tercer mundo son también ordenadas a “relajar” su oposición a los transgénicos y eliminar cualquier “exageración” de los riesgos que vienen con el uso y consumo de los OGM. Con la creación y aplicación del Codex Alimentarius, el las grandes corporaciones se han fortalecido aún más. El conjunto de normas contenidas en los documentos del Codex Alimentarius, dejan claro que ni las empresas ni las agencias transnacionales que gobiernan la seguridad alimentaria y la salud mundial están interesadas en seres humanos sanos y alimentos seguros. De hecho, es a través del Codex Alimentarius que las empresas pretenden controlar los alimentos naturales y los mercados de suplementos, al prohibir la producción de alimentos naturales y la comercialización, y sustituirlos con productos farmacéuticos creados en laboratorio etiquetados como “suplementos naturales”.

Codex Alimentarius es la Frankenciencia de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud para impulsar restricciones en lo que nos permite comer. Desde la década de 1960 hay un esfuerzo concertado no sólo para limitar las opciones que los consumidores tienen con el fin de cuidar de nuestra salud, sino también para restringir el acceso a los alimentos en sí como los conocemos. Del Codex Alimentarius (Codex para abreviar) significa “Código Alimentario”. Este código mundial de alimentos es una agencia de las Naciones Unidas, patrocinada conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de la Agricultura y la Alimentación (FAO). Ha existido desde hace casi 50 años y su estatuto internacional le da una misión conjunta: la protección de la seguridad alimentaria y la promoción del comercio mundial de alimentos. Se supone que lo hacen mediante la adopción de directrices y normas voluntarias (la definición de los alimentos en el comercio internacional) y sus decisiones se hacen cumplir a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que considera sus directrices y normas como prueba presuntiva de los litigios comerciales de la OMC. Codex entonces se ha convertido en una criatura de la Grandes: Grandes Gobiernos, Grandes Agroindustrias y Grandes Farmacéuticas.

Para entender lo que es del Codex Alimentarius, es necesario saber que no tiene nada que ver con la protección de los consumidores como su carta dice. Dicha declaración es sólo una frase pegadiza para que los pueblos y naciones aprueben su aplicación. “Codex Alimentarius” significa “reglas de alimentos” en latín. El plan nació en 1962 cuando la Comisión del Codex Alimentarius (CAC) fue fundada por las Naciones Unidas para facilitar supuestamente relaciones comerciales. En realidad, fue creada para regular y controlar la forma en que se producen los alimentos y la nutrición y cómo los productos se venden a la gente. De hecho, es todo acerca de los beneficios de las corporaciones multinacionales. La relación es muy simple: cuanto más la gente use productos naturales, menos serán los beneficios que las empresas farmacéuticas reciban. Codex Alimentarius fue creado para proteger los beneficios de las grandes farmacéuticas a través de la eliminación de productos de salud y tratamientos naturales. Lo que es más alarmante en este momento es que el Codex se aprobó el 31 de diciembre de 2009. Después que este plan fue firmado, recibió el mandato de todos los países miembros a través de su aprobación por los Congresos de todo el mundo; igual como sucedió con el Tratado de Copenhague.

Superbacterias en la Agroindustria

Superbacterias son bacterias que desarrollan la capacidad para luchar contra los antibióticos. Ejemplos de superbacterias aparecieron por primera vez en Europa en los años 60 y desde entonces se propagan libremente en todo el mundo. En los Estados Unidos, las muertes por infecciones de MRSA alcanzaron 17.000 en 2005. Una encuesta realizada en 2007 encontró que ST398, una nueva versión de MRSA, estuvo presente en el 39% de los cerdos y el 81% de granjas porcinas locales en los Países Bajos. Otras investigaciones han encontrado que el MRSA se encuentra en al menos dos tercios de las fincas situadas en los países miembros de la Unión Europea. En estudios realizados en Europa, los investigadores encontraron que España y Alemania fueron dos de los países con mayor incidencia de MRSA en sus fincas, con más de 40% de los cerdos dando positivo por MRSA. Es por eso que no es una sorpresa que los europeos envíen la mayor parte de su carne de cerdo al extranjero. De acuerdo con la Universidad de Guelph, un estudio de los cerdos en Ontario, Canadá, demostró que ST398 estuvo presente en una cuarta parte de los cerdos locales, y una quinta parte de los criadores de cerdos que se sometieron a exémenes.

La capacidad de una Superbacteria para resistir los antibióticos, como sucede con los seres humanos, se produce debido al uso intensivo de este producto en animales. Según la Unión de Científicos Preocupados, el ganado en los Estados Unidos consume alrededor de 80 por ciento de los antibióticos que se venden en ese país. Mientras tanto, en China, el número asciende a 50 por ciento de los animales. Un informe de febrero de 2011 en el Sydney Morning Herald revela que en Alemania, el ganado es inyectado con tres veces más antibióticos que los humanos. La existencia y propagación de bacterias resistentes a antibióticos en las granjas industriales es la causa principal de casos de intoxicación por alimentos, que son estimulados por el abuso de antibióticos que se administran a los animales.

La Walmartización de los Alimentos

Si Monsanto, ConAgra, Cargill y otros gigantes de la biotecnología son conocidos por su deseo de conquistar el mercado de semillas y alimentos, Wal-Mart puede ser visto como su equivalente cuando se trata de la moda del Supermercado. Los alimentos que se comercializan hoy pasan directamente a través de conexiones realizadas por las grandes cadenas de supermercados. Atrás quedaron los días en que el propio productor salía a vender sus manzanas, plátanos, piñas y zanahorias. Hoy en día, las empresas transnacionales como Wal-Mart y Carrefour controlan el suministro de alimentos en la mayor parte del planeta. Estas corporaciones no sólo transportan y distribuyen los alimentos que comemos, sino que también deciden qué se produce y qué no, cuando los productos son vendidos, cuando se envían y cuales serán los precios que tendrán cuando usted los adquiere en su supermercado local. Las grandes cadenas de supermercados de hecho controlan los mercados mundiales de alimentos.

Las ventas anuales de Wal-Mart llegan hoy día a 405 mil millones dólares, lo que es más que el producto interno bruto de países como Argentina, Noruega, Grecia y Dinamarca. El éxito de la empresa que este número representa ha llevado a más cadenas de supermercados a poner sus ojos en las regiones del mundo que pueden explotar, ya sea como un lugar de producción, por lo general monopolizando la producción y distribución de alimentos, o asegurando la compra de alimentos que se producen a bajísimos precio y respetando sus propias directrices. Los grandes minoristas como Tesco, Wal-Mart, Carrefour y Lotte están actualmente adquiriendo o negociando operaciones en India, China, Brasil e Indonesia. Estas y otras naciones del tercer mundo todavía dependen de la venta puerta a puerta, ventas callejeras, cooperativas y mayoristas locales o regionales para la nutrición de su población. Lo que los grandes supermercados quiero hacer es entrar y comprar su camino en los mercados mediante la firma de contratos con los productores, distribuidores y supermercados locales para poder controlar la producción y distribución de alimentos. Una vez que se las arreglan para absorber los mercados, las grandes cadenas imponen sus propios modelos y establecen las mismas normas y reglas que ya han aplicado en todas partes. La consecuencia directa e inmediata de esta práctica es el comienzo de una nueva línea de consumidores dependientes que ya no serán capaces de plantar, recoger o vender sus alimentos. La dependencia es el nombre del juego.

Como si la existencia de una cadena de supermercados poderosa no fuera lo suficientemente malo para el consumidor, estas grandes corporaciones también funcionan como un cartel. Se reúnen y definen cuáles son las normas para la industria a fin de seguir siendo lo que son y seguir controlando todo. Como Barry Harper dice en su libro “Rompiendo la cadena: el caso antimonopólico en contra de Wal-Mart”, la potencia y el tamaño de las empresas son dos de las muchas armas que han de influir en el sistema alimentario mundial. Imagínese lo que pueden lograr al trabajar juntos en contra de un país, un supermercado local del tercer mundo o un pequeño agricultor. Estas empresas tienen el poder y la habilidad para dictar a proveedores, agricultores y procesadores de alimentos cuáles son las reglas del juego. El poder que tienen las empresas de alimentos es tan importante que los gobiernos son capaces de poner su lucro de primero, y la salud de las personas en segundo lugar, cuando se trata de la seguridad alimentaria. Un ejemplo de ello es la prohibición que los Estados Unidos impuso sobre melones mexicanos debido a la contaminación por Salmonella en el año 2002. Después de una ronda de negociaciones entre los gobiernos de ambos países, que por supuesto contó con la participación de las grandes corporaciones, la prohibición fue levantada después de un nuevo “programa”, unido a una nueva burocracia que se creó. La creación de este nuevo conjunto de reglas no hizo nada para garantizar la seguridad de los melones, porque los agricultores no proporcionan los servicios sanitarios o los análisis de agua como el nuevo programa había solicitado. De hecho el 94 por ciento de las granjas no tienen baños portátiles y el 88 por ciento de ellos utiliza el agua de los ríos para abastecer sus plantaciones.

La eliminación de los agricultores locales

La agro-colonización del mundo por un puñado de corporaciones parece tener el mismo denominador común en todas partes: la desaparición del agricultor. Supermercado gigantes tienen muchas maneras de forzar su presencia en nuevos mercados, o para aumentar su participación en esos mercados. La invasión de grandes supermercados en el hemisferio sur convierten a los países en desarrollo en las fuentes de alimento para el resto del mundo y en muchos casos hace a esas mismas regiones dependientes de la capacidad de la cadena de supermercados y su disposición para el suministro de alimentos para ellos. Debido a que las grandes cadenas de supermercados tienen la prerrogativa de decidir la cantidad que pagan por los alimentos que compran, los productores deben seguir las normas, los horarios de entrega, los procedimientos de distribución y así sucesivamente. Por eso es fácil para ellos manipular los mercados locales, regionales y nacionales. Pero cuando no se salen con la suya, los supermercados son capaces de importar frutas y hortalizas de todo el planeta con el fin de expulsar a los competidores medianos o pequeños del mercado. Muchas veces, las grandes cadenas de supermercados utilizan la publicidad falsa con el fin de mantener o aumentar el flujo de clientes a sus locales. Por ejemplo, cuando Wal-Mart invadió América Central mediante la compra de cadenas locales de alimentos, la empresa decidió mantener su nombre original por el hecho que Walmart ya se conocía en esos lugares por su mala reputación en el extranjero.

Lo que este tipo de falsedad permite es mantener el control de la oferta y la demanda de alimentos utilizando diferentes nombres. Esta práctica da a las grandes cadenas de tiempo suficiente para asentarse y absorber el mayor número de clientes hasta que deciden revelarse. Pero el control de los mercados de alimentos no es sólo un escaparate. Las grandes cadenas de supermercados ni siquiera tienen que establecerse en un país con el fin de controlar el suministro de alimentos. Las llamadas alianzas con productores y distribuidores pueden establecerse desde el exterior por lo que la empresa alimentaria está monopolizada desde dentro. Una ciudad entera o un país puede experimentar falta de arroz o frijoles, por ejemplo, no porque no están disponibles, sino porque están almacenados en bodegas que pertenecen a los grandes supermercados donde esperan a ser enviados al extranjero a quien pague el precio que los supermercados quieren. ¿Cómo esta práctica afecta a los agricultores? Aunque el precio que los agricultores reciben por sus granos, frutas o verduras puedan ser considerados justos en algún momento, en muchos casos los mismos agricultores podrían haber obtenido mejores rendimientos si se los hubiesen vendido a compradores locales en lugar de los supermercados de origen transnacional. La escasez artificial que las empresas de alimentos causan al conservar los alimentos hasta que alguien decida pagar lo que quieren es lo que causa la especulación de precios, que a su vez hace que sea más difícil para más personas alimentarse y alimentar a sus familias. Además, algunos agricultores se convierten en rehenes de las promesas de futuras compras mientras esperan a recibir el pago de las ventas actuales a las cadenas de supermercados internacionales.

En muchos países de Asia y América Latina, los agricultores no tienen el dinero para iniciar una nueva temporada de siembra debido a que el pago que recibieron no cumple con los nuevos costos, y si lo hace, hay poca ganancia. Cuando las grandes cadenas de supermercados no son los que explotan a los agricultores locales, las cadenas de supermercados locales asumen ese papel. La dura competencia que las cadenas nacionales o regionales tienen contra empresas transnacionales, les convierte en los depredadores. La competencia es tal que las empresas nacionales que fueron socias en el pasado, de repente adoptan el mismo modelo de las grandes corporaciones y transforman a los agricultores en un grupo de trabajadores agrícolas colonizados. Este es el caso de ShopRite de Sudáfrica y DMA en Brasil.

En China, donde los supermercados se están expandiendo a un ritmo vertiginoso, estas tendencias son todavía más profundas. Las principales cadenas de supermercados, tanto extranjeras como nacionales, están trabajando mano a mano con los proveedores y los gobiernos locales para desarrollar granjas de suministro de frutas y verduras. Como parte de una campaña para mejorar la seguridad alimentaria y la integración de sus 700 millones de agricultores de pequeña escala en las “cadenas de alimentos de alto valor” con “métodos científicos de agricultura”, el gobierno chino ha estado persiguiendo el establecimiento de mercados de frutas y vegetales cada vez mayor en asociación con el sector privado. En cada una de estas zonas de producción es designada, y las autoridades locales negocian acuerdos con empresas privadas mediante el cual la empresa entra, contrata un espacio de tierra y convierte a los agricultores que actualmente son dueños de esa tierra en campesinos desplazados que hacen de mano de obra barata. – Informe de Seguridad Alimentaria, GRAIN 2011

No tenemos que comer de la manera que las grandes corporaciones dicen

El movimiento para rechazar con firmeza las políticas de seguridad alimentaria actuales y el modelo de negocio que las empresas imponen a los consumidores es un motivo de esperanza. Estados Unidos produce carne que no es aceptada por la gente en Taiwán, Australia, Japón o Corea del Sur. La intoxicación con melamina en China despertó a miles de personas en ese país y millones en el exterior para rechazar la leche contaminada de melamina. En toda América Latina, Europa y algunas partes de los Estados Unidos cada vez hay más voces que cuestionan el actual sistema industrial utilizado para producir, distribuir y vender alimentos. Los casos de intoxicación alimentaria por Salmonella, la enfermedad de las vacas locas, las superbacterias y los organismos genéticamente modificados estimularon la creación y el crecimiento de grupos de base que se están convirtiendo en los guardianes de la seguridad alimentaria y que demandan mejores prácticas agrícolas que sustituyan a las actuales políticas agro-coloniales creadas por las grandes corporaciones y habilitadas por los gobiernos corruptos y las organizaciones internacionales. En Corea, la resistencia del pueblo hacia la carne de EE.UU. dio lugar a masivos cuestionamientos de su supuesta democracia representativa. En Oceanía, la campaña de los australianos creó un movimiento para recuperar el control de su sistema de alimentación a medida que más gente se entera más y más consumidores comparten su deseo de gestionar su estilo de vida, que por supuesto incluye el suministro de alimentos. En cuanto a los OGM, el número de grupos de ciudadanos de todo el mundo son tan numerosos y diversos como las culturas que representan.

Uno, sin embargo, parece ser el objetivo común de la mayoría de estos grupos: la superación de las consecuencias sociales, económicas, sanitarias y los desafíos ambientales que el modelo del sistema alimentario industrial ha traído sobre las poblaciones. Más cooperativas de alimentos orgánicos, cultivados localmente están apareciendo incluso en los países desarrollados, en los que las grandes corporaciones tiene una manija fuerte en el mercado de alimentos. Grupos locales siguen organizando campañas para exponer los peligros de los organismos genéticamente modificados, la producción industrial de carne de cerdo y carne de pavo. Supermercados que adoptan un enfoque más respetuoso del medio ambiente, la agricultura, las granjas y los agricultores están atrayendo más clientes. Pero quizás más importante que todo esto es el hecho de que más gente ahora entiende que la independencia alimentaria es uno de los principales objetivos que todos deben buscar. Nuevas campañas educativas se ponen en marcha para explicar el concepto de soberanía alimentaria y el derecho del pueblo a la alimentación saludable. Una de las claves para la independencia alimentaria y las prácticas de seguridad del medio ambiente es evitar los modelos agrícolas que promueven la plantación y comercialización de un solo cultivo, como la soja, el maíz, el azúcar y otros. La diversidad de alimentos en suelos fertilizados naturalmente es lo que hace que cualquier modelo garantice que habrá comida disponible para cualquiera que la necesite. La creación y promoción de las asociaciones locales o cooperativas que emplean a trabajadores locales para el cultivo y la cosecha de frutas cultivadas localmente, vegetales y carne siguen dando los mejores resultados para la gente alrededor del mundo. La producción local de alimentos es la única manera de garantizar la seguridad, precios justos y disponibilidad de alimentos que tienen el potencial de acabar con el hambre en todas partes.

Para obtener información detallada acerca de la seguridad alimentaria visite los siguientes enlaces:

Institute for Responsible Technology

Navdanya International

GRAIN

Food Safety for Whom

En Español

Folleto Riesgos a la Salud

Guía de Compras No-OMG

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