La Amazonía de Perú, que ocupa más de la mitad del territorio nacional, ha comenzado a despertar el interés de empresas trasnacionales. Estas grandes compañías adquieren Bonos de Carbono correspondientes a enormes extensiones de tierras.
Sin embargo, algunas comunidades indígenas denuncian que han sido engañadas.
Diferentes empresas británicas han llegado hasta allí para adquirir los derechos sobre sus bosques o Bonos de Carbono, que son un mecanismo para reducir la emisión de CO2. Con la iniciativa, esperan obtener los créditos que podrían otorgarse por haber reducido las emisiones excesivas causadas por la deforestación desmedida.Pero muchos denuncian posibles violaciones a los derechos de los pueblos originarios durante este proceso.
Se abrió el camino para esta negociación después de una reunión que hubo en la ONU, donde se creó un programa llamado REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) el cual tenía, en principio, la intención de pagarle a los países pobres, o en desarrollo, que demostraran haber disminuido la contaminación de la atmósfera y de esta manera evitar consecuentemente la tala desmedida de sus bosques.
El problema surgió cuando se redactó un informe donde se decía que las naciones subdesarrolladas no podrían comprobar la reducción de carbono por falta de tecnología. Por lo tanto, los que sí cuentan con esas herramientas quieren adquirir las concesiones de esas tierras.
En primera instancia, las compañías están obligadas a presentar un plan de manejo donde diga cuánto carbono van a capturar en una cantidad de espacio determinado que puede ser de hasta 40 mil hectáreas.
Teóricamente, los nativos recibirían una compensación económica por dejar que otros “cuiden” sus tierras, pero muchos están seguros de que ese pago será insignificante.
Además, una vez que las empresas se instalen en esos bosques, van a poder generar otros créditos económicos para sus arcas pudiendo explotar de diferentes maneras el espacio cedido.
“Las empresas tienen luego una serie de beneficios, concesiones que van desde 15, 20, 25 años y van manejando, de esta manera, el bosque porque ya el REDD te permite incluso explotar “racionalmente” el bosque, les permite explotar madera también, entonces ahí hay un juego de algunos cientos de miles y millones de dólares para las grandes empresas”, explicó Vaccari.
Fuente: RT, Agencias
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