19-03-2012 | RENACE INFORMA - Comunicado de Prensa
EL GEN MÁGICO ¿Y después qué?
Se ha anunciado con bombos y platillos el descubrimiento de un gen que confiere resistencia a la sequía y se lo señala como un éxito científico tecnológico argentino.
Se trata de una investigación realizada en conjunto por la Universidad del Litoral, el Conicet y la empresa Bioceres. Este descubrimiento cuenta con todo el apoyo del gobierno nacional a través del Ministro de Ciencia y tecnología Lino Barañao y por supuesto también de nuestra presidente Cristina Kirchner. La empresa Bioceres tiene como uno de los principales accionistas al rey de la soja Gustavo Grobocopatel. Estamos, entonces, en presencia de una alianza entre el Estado Argentino, nuestro Gobierno Nacional y uno de los máximos sojeros del mundo. También es importante recordar que Bioceres fue fundada por Víctor Trucco, ex presidente de AAPRESID (Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa), entidad encargada de distribuir soja transgénica en todos los comedores infantiles y de familias hambrientas en plena crisis del 2001 agravando aún más la situación de desnutrición y que además fue la entidad utilizada para difundir y consolidar el paquete tecnológico de Monsanto no sólo en Argentina sino en toda Latinoamérica.
Pero más allá de estas cuestiones no menores, es interesante analizar el pensamiento que lleva a nuestro Estado y Gobierno a defender estas posturas. Ese pensamiento cortoplacista, que sólo busca dominar a la naturaleza. Este pensamiento incapaz de convivir con los ciclos naturales y que por lo tanto busca “hacerlos desaparecer” con un razonamiento lineal, simplista y además totalmente superado por las evidencias científicas y por la debacle ecológica que se observa en el mundo.
Evidencias científicas que han provocado que las grandes corporaciones del campo abandonen sus experimentos transgénicos en Europa y se trasladen a nuestros territorios por el masivo rechazo que los alimentos y experimentos transgénicos provocan en la población de aquellos lugares.
Debacle ecológica que se refleja crudamente en los más de 1000 millones de hambrientos que tiene el mundo, en la brutal pérdida de biodiversidad y en el cambio climático provocado por la acción del hombre.
Lo peor es que ya casi no tiene sentido advertir a nuestros dirigentes políticos sobre las consecuencias nefastas que tendrá este experimento argentino transgénico porque en realidad ellos ya lo saben y aún así lo festejan. Ellos están convencidos de que el progreso y “lo moderno” pasa por acercarse lo más posible a este tipo de experimentos y tecnología mal llamada “de punta”. Y hasta admiten que las consecuencias negativas que puede tener el hecho de pertenecer a este “modernismo tecnológico“ son las habituales y lógicas para estos tiempos. Ocurre con la minería a cielo abierto, con las fumigaciones, con la ganadería intensiva, con la contaminación del agua, con la explotación del petróleo, con la energía nuclear y también con los transgénicos.
La misma presidenta dijo en forma casi textual en diálogo a través de una teleconferencia con Capitanich, gobernador del Chaco, lo siguiente:
“Con este nuevo descubrimiento vamos a tener que profundizar la Hidrovía, hacer más de todo ésto para poder sacar los granos transgénicos resistentes a la sequía que se sembrarán en esos lugares”.
Se refería nuestra presidente al proyecto IIRSA, diseñado, pensado y financiado por el Banco Mundial para transformar nuestros ríos en autopistas que permitan entrar con barcazas y barcos cada vez de mayor calado y llevarse todo (tal cual lo hicieron los ingleses con las vías férreas).
Este descubrimiento transgénico nos hará cada vez más dependientes de los mercados globales, la frontera agropecuaria se extenderá aún más, arrollando montes y selvas, expulsando pueblos originarios, pequeños productores y cuanto encuentre a su paso. Sojas y maíces resistentes a la sequía se transformarán en agrocombustibles que alimentarán el consumismo del primer mundo y el de las clases altas de los mal llamados ”países emergentes”. El gen contra la sequía se insertará en unos pocos cultivos patentados aumentando así la pérdida de biodiversidad y bajando la calidad y variedad de los alimentos que consumimos. El escaso agua que caiga en esas zonas secas será captado por los organismos genéticamente modificados resistentes a la sequía impidiendo la recarga de los acuíferos y que se acumule en el suelo.
Los desmontes y la aplicación del modelo tecnológico de agricultura industrial en zonas secas completarán el panorama y agravarán el cambio climático provocando sequías cada vez más intensas y hambrunas mayores.
La pregunta es ¿y después qué?
Y es difícil dar una respuesta.
El ser humano podrá seguir realizando experimentos y descubrimientos increíbles, casi de ciencia ficción, pero si no se atacan las verdaderas causas del hambre en el mundo todo lo que se haga será para peor o en el mejor de los casos de duración efímera. Y el hambre en el mundo es consecuencia de un modelo globalizado que estalla por distintos lados porque no es real, es virtual, antihumano, anti ecológico, insustentable e injusto.
Hoy hay más de 1000 millones de hambrientos en el mundo y sin embargo se tiran a la basura según la FAO 1300 millones de toneladas de alimentos por año. Si no actuamos ahí, sobre este modelo, no habrá tecnología que nos salve ni gen que se introduzca en seres vivos que produzca “el milagro”.
El respeto por la naturaleza, una vida más armoniosa con lo natural, el fin del consumismo y del despilfarro, encontrar el sentido de nuestra existencia en la tierra pueden ayudarnos a cambiar, pero todo éso es, sin dudas, mucho más difícil y revolucionario que descubrir un gen, insertarlo en otro ser vivo, patentarlo y hacer un gran negocio.
ECOS DE SALADILLO
Contactos:
Ing. Agr. Gabriel Arisnabarreta
Eduardo Muñoz
http://www.cepronat-santafe.com.ar/ver_noticia/noti/189/ver_noticia.html
Entrevista a la bióloga que lideró un trascendental desarrollo para la sociedad
Madre, ama de casa y científica: la
mujer del hito genético “antisequía”
El poder de la semilla en sus manos. Raquel Chan lideró equipo de investigación que encontró la propiedad de resistencia a las sequías en los cultivos.
Raquel Chan dirigió el equipo que logró darle a las semillas de soja, maíz y trigo, la propiedad de ser resistentes a la sequía. El desarrollo “permitirá producir más alimentos y aumentar el PBI”, dice. No caer en el vicio del desmonte, el desafío.
Luciano Andreychuk
landreychuk@ellitoral.com
A Raquel Chan la elogió la propia presidenta de la Nación. “La quiero felicitar por su inteligencia y por ser mujer”, le dedicó Cristina Fernández por videoconferencia. La comunidad científico-académica local la ha abrumado con honras y palabras de gratitud. La BBC de Londres -nada menos- la entrevistó en extenso; pero ella sigue atendiendo todas las llamadas de las FM de pueblo, todas: es que hay que llegar a la gente del campo, dice. A Raquel Chan (se devela el misterio de su extraño apellido: es de ascendencia rusa) las mieles de la fama no la seducen.
Se muestra como lo que es, es decir como una mujer común y silvestre, nada más alejado de las excentricidades megalómanas de aquel clisé cinematográfico del científico. Se autoproclama madre de dos hijos por sobre todas las cosas. “Soy ama de casa. Me ocupo de mi hogar, voy al mercado, hago las compras, pago los impuestos... Me fastidio mucho con los cortes de luz, como cualquier ciudadano”, se sincera. Trabaja (casi vive, y su rostro cansado la deja en evidencia) en un pequeño cubículo de 2 por 2 que es su oficina, en el laboratorio del piso 4º de la Facultad de Bioquímica.
“Este desarrollo significaría mayor producción de alimentos, con una población mundial que crece cada vez más”, afirma, y su voz grave y ronca no desluce el tono de entusiasmo de sus palabras. La bióloga molecular Raquel Chan es la cara visible del milagro genético “antisequía”, un hito en la historia de la ciencia provincial, nacional e internacional. Al frente del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), encabezó el equipo de investigadores que logró aislar un gen del girasol que, injertado en la soja, el maíz y el trigo, les da a estos cultivos la propiedad de ser resistentes a las sequías, sin perder -e incluso aumentando- su productividad.
Ahora, el “invento” podrá ser comercializado internacionalmente a partir de un convenio firmado entre la empresa estadounidense Arcadia Biosciences y Bioceres, la actual licenciataria de la patente del gen HAHB 4, que le confiere a las semillas esa bendita propiedad de reducir el estrés hídrico y tolerar períodos sin lluvias. Ya está patentado en países como Australia, China y Estados Unidos, además de la Argentina- y, luego de su desregulación, generará ingresos millonarios a partir de las regalías de la comercialización (ver Regalías).
Más producción
“Yo soy bióloga, no me preguntes de economía”, había aclarado la investigadora a la entrada de la entrevista. Pero el logro genético está en el área fronteriza de esas dos áreas del conocimiento. “Si llegara al final del camino (tras su desregulación en los mercados), el desarrollo significaría mayor producción de alimentos. Esto también implicaría un crecimiento del PBI, un aumento de la riqueza del país. Pero depende de los cultivos, de cómo reaccionan éstos, de las diferentes regiones donde se cultiven, etc.”, subrayó.
El desarrollo tuvo semejante trascendencia nacional e internacional “porque en el medio hubo una asociación público-privada (UNL, Conicet y Bioceres) y llegó a término. El hecho de que la empresa sea argentina (Bioceres) tampoco es menor: combinados, todos los elementos explican la importancia que ha tenido este logro científico”, enfatizó Chan.
Desmonte
Tras la aplicación de esta nueva semilla “antisequía”, ¿Podría aumentar el área sembrada de la soja, por ejemplo? ¿Se podría caer en el riesgo del desmonte indiscriminado?
—Ése es un punto muy álgido en el que han puesto la voz de alarma los ambientalistas. Pero es algo que no va a depender de nosotros, va a depender de una decisión política. En principio, si se produce más en la región que ya existe, no debiera aumentar más (el área sembrada), todo lo contrario. No se debiera extender la frontera de siembra, porque se llegaría a mejor producción donde ya se está sembrando.
Entonces, ése es el contra argumento contra el terror del desmonte. Yo pienso que estas cuestiones no dependen ni de nosotros ni de la empresa, van a depender del ámbito legislativo para poner límites. Dependerá de que nuestros gobernantes hagan un equilibrio muy importante entre protección de la naturaleza, productividad y producción de alimentos. En principio, esta tecnología no debería implicar aumento de las fronteras.
Foto: Mauricio Garín
El Instituto de Agrobiotecnología del Litoral -que llevó adelante el desarrollo- realiza sus actividades en dependencias de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (foto) y de la Facultad de Ciencias Veterinarias, en Esperanza. El IAL depende del Conicet y de la UNL.
Foto: Mauricio Garín
Regalías
En un acto realizado semanas atrás en Tecnópolis, a través de videoconferencia, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner estimó que las regalías que generaría la comercialización de la patente “serán de U$S 75 millones sólo por lo producido en la Argentina”. Y que si se aplicara en el cultivo de soja de todo el mercado mundial implicaría regalías por U$S 2.500 millones al año. Se prevé que la semilla “antisequía” sea comercializada en 2014/2015.
/// EL DATO
Dudas
El riesgo al desmonte de áreas nativas (si se ampliara el área sembrada para cultivos) podría convertirse en una de las contracaras del desarrollo. “Deberá haber un equilibrio entre protección de la naturaleza y del medio ambiente, y la producción de alimentos”.
Certezas
“Si llegara al final de su camino, (su desregulación) este desarrollo significaría mayor producción de alimentos, para una población mundial que crece. También un mayor crecimiento del PBI, un aumento de riqueza del país”, destacó la investigadora.
viene de la página anterior
75 millones de dólares anuales generarían en concepto de regalías la comercialización el nuevo desarrollo genético en el país, según la estimación que hizo pública la propia presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
Dixit
“Tenemos muchos otros desarrollos. Estamos trabajando sobre un gen que daría a los cultivos la propiedad de tolerancia a heladas. Ha sido muy exitosa la asociación público-privada entre UNL, Conicet y Bioceres” Raquel Chan.
El girasol, adelante. La bióloga muestra una planta de las tantas que hay en el vivero del laboratorio donde trabaja.
Foto: Mauricio Garín
De la pasión por la docencia al hobby de practicar francés
La Dra. Chan es investigadora principal de Conicet, y da clases en cuatro materias, de las carreras de Lic. en Biotecnología y Bioquímica. Tiene 52 años, y dos hijos jóvenes (“el de 21 años estudia en Rosario, y el de 16 en la Escuela Industrial”, cuenta con orgullo). Nació en Buenos Aires. Sus abuelos paternos fueron inmigrantes llegados de Rusia. Su padre nació en la Argentina.
“Si trabajo, trabajo un montón, sábados y domingos también. Trato de descansar un poco de vez en cuando”, dice con la firmeza de alguien abocado de lleno a su profesión. Más allá de su admirable currículum, Chan tiene sus líneas de fuga: una vez por semana, en un barcito de barrio Sur, se reúne con un grupo de personas para hablar y practicar el idioma francés: “Es muy divertido”, asegura.
Además es una asidua lectora, sobre todo del género policial (Henning Mankell y Stieg Larsson, los escritores que más ha leído recientemente). También de los autores del boom latinoamericano (G. Márquez, Cotázar). “Intento leer el diario todos los días. Y estar con mis amigos, con mi familia. Viajo mucho a Buenos Aires, donde tengo un montón de amigos”.
EN SANTA FE ARGENTINA CREAN UNA SEMILLA RESISTENTE A LA SEQUÍA
El desarrollo será comercializado internacionalmente merced a un convenio celebrado con la empresa estadounidense Arcadia Biosciencies y Bioceres, actual propietaria de la patente del gen HAHB4 ( con la cual se constituyó una sociedad llamada Arcadia ), responsable de otorgar a los cultivos la mencionada tolerancia a las sequías sin disminuír su productividad sinó, muy por el contrario, aumentándola.
El grupo de investigación que lidera Raquel Chan, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral ( IAL ) inició sus investigaciones en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas ( FBCB ) dependiente de la universidad UNL con diversos subsidios, y a medida que se consolidó la investigación, se produjo la asociación con la empresa Bioceres, la UNL y el CONICET.
El hallazgo no sólo generará un aumento de producción y exportación en Argentina, sinó grandes ingresos en concepto de regalías lo cual mereció los elogios de la presidenta de dicho país, Cristina Kirchner, quien lo estimó en más de dos mil millones de dólares.
También se prevé su habilitación para usos alimenticios en Japón y la Unión Europea.
http://nadanoslibradeescorpio.blogspot.com.ar/2012/03/en-santa-fe-argentina-crean-una-semilla.html
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