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6 de junio de 2011

Potencias extranjeras estudian al Acuífero Guaraní


Medio Ambiente

La historia de cómo relegaron a los profesionales latinoamericanos. Es el tercer reservorio de agua dulce del planeta. Pertenece a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Ocupa 1.190.000 kilómetros cuadrados, superficie mayor que la de España, Francia y Portugal juntos. Universidades de los cuatro países comenzaron a investigarlo en 1994. Informaron y pidieron fondos a los Estados. Pero no obtuvieron respuestas. En 2000, apareció el Banco Mundial. “Capturó” los datos y convocó a consultoras foráneas, que hacen todo el relevamiento

La Plata (Esteban M. Trebucq, para Diario Hoy). En las entrañas de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, existe un reservorio de agua dulce que podría suministrarle este vital elemento a 6 mil millones de personas, casi la población actual del mundo, durante 200 años, a un consumo diario de 100 litros per cápita. Es el Acuífero Guaraní, cuyo estudio hoy está en manos de investigadores extranjeros, a raíz de una iniciativa del Banco Mundial (BM) y organizaciones internacionales, que decidieron financiar y estudiar este sitio trascendente para la humanidad.

El acuífero está en el subsuelo de un área de alrededor de 1.190.000 kilómetros cuadrados, superficie mayor que las de España, Francia y Portugal juntas. En Brasil abarca aproximadamente 850.000 kilómetros cuadrados (9,9% del territorio), en Argentina 225.000 (7,8%) en Paraguay 70.000 (17,2%) y en Uruguay 45.000 (25,5%), según un informe del Instituto Nacional del Agua (INA). Es el tercer reservorio más importante de agua dulce del globo, y si bien pertenece a las citadas naciones, en la actualidad hay muchos países que tienen injerencia sobre él, sugieren especialistas consultados por Hoy.

En 1994, cuando investigadores brasileños, argentinos, paraguayos y uruguayos se dieron cuenta de que éste era un recurso compartido, comenzaron a realizar diversos encuentros para intercambiar propuestas e ideas, con el fin aglutinar los mayores datos posibles del lugar. Ese mismo año, en Paysandú, profesores de las Universidad de Buenos Aires (Argentina), de Paraná (Brasil), de La República (Uruguay) y de Asunción (Paraguay), firmaron un acta, a través de la cual informaron a los gobiernos de dichos Estados sobre la relevancia del acuífero (“es un recurso clave para la provisión de agua”, dijeron) y pidieron fondos para realizar una profundo estudio. Nunca obtuvieron respuesta.

Miguel Auge, doctor en Geología egresado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y profesor titular de Hidrogeología de la UBA, es uno de los profesionales que participó en esas reuniones.

“El conocimiento era escaso, sobre todo en Argentina y Paraguay. Brasil estaba un poco más adelantado, también por el aprovechamiento, al igual que Uruguay”, cuenta Auge. “La idea era hacer una investigación conjunta para conocer el comportamiento y las características de este reservorio, para realizar un aprovechamiento sustentable, es decir, para usarlo hoy y no perjudicar a las generaciones futuras”.

Recién en el año 2000 hubo noticias. “Como por arte de magia, apareció el Banco Mundial. Ofreció un subsidio, organizó una serie de reuniones y recabó todos los datos posibles. Básicamente nos capturó la información, pero con la promesa de que las universidades iban a tener participación en un proyecto futuro”, relata Auge, uno de los referentes en la materia en nuestro país. Hoy, las universidades de la región, sus profesionales y todos sus conocimientos, quedaron prácticamente relegados.

El proyecto del BM fue calculado en 26.760.000 dólares, de los cuales 13.400.000 los aporta el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por su sigla en inglés) y el resto las contrapartes nacionales y un financiamiento externo. “De ese total, a las universidades nos ofrecieron 270 mil dólares, algo así como el 1% del proyecto”, recuerda este profesor de la UBA. Inmediatamente, se invitó a consultoras extranjeras, de Italia, Francia, Canadá, EEUU, Rusia, Israel, Dinamarca, Noruega y España, entre otros países, para realizar los trabajos. Se presentaron 32 grupos de inversión foráneos.

“Nosotros, en 1994, habíamos pedido 6 millones de dólares. Nos usaron, nos tomaron información, nos hicieron promesas y después nos echaron. Ahora se hace lo que quiere el Banco Mundial”, opina Auge.

Hay una situación que todavía indigna a este especialista. “¿Por qué tienen que venir de afuera, cuando a nosotros nos sobra materia gris? ¿Para qué? Sí, para decirnos qué tenemos que hacer”, se pregunta y responde rápidamente.

“Estos recursos naturales son nuestros, no del Banco Mundial ni de los países desarrollados. Los tenemos que proteger, pero lamentablemente no lo hacemos, como ya pasó con el petróleo. Y como ahora está pasando con los yacimientos mineros”, se queja Auge, que además es investigador del Conicet.

Las investigaciones que se realizan actualmente, con escasa participación de profesionales latinoamericanos, son para establecer características del lugar, profundidades, temperaturas, calidad del agua, caudales, recargas y determinar cómo se mueve el agua subterránea, entre otras cosas.

Agua próxima

De esos 225.000 kilómetros cuadrados del acuífero que le pertenecen a nuestro país, se estima que alrededor 100.000 son de agua potable. Según un trabajo del doctor Jorge Santa Cruz, coordinador nacional del Proyecto Acuífero Guaraní, que publica el INA, “el país que más lo explota es Brasil, abasteciendo total o parcialmente entre 300 y 500 ciudades. Uruguay tiene 135 pozos de abastecimiento público de agua, algunos de los cuales se destinan a la explotación termal. En Paraguay se registran unos 200 pozos destinados principalmente al uso humano. Y en la Argentina hay en explotación 5 perforaciones termales de agua dulce y una de agua salada, ubicadas en Entre Ríos”.

Auge afirma que, en Concordia (Entre Ríos), el agua está a 1.200 metros de profundidad; pero cerca de San Ignacio (Misiones) está aflorando en la superficie. A pocos kilómetros de esta zona, en la frontera paraguaya, hay una base de militares norteamericanos. Para algunos, como la directora del documental Sed, invasión gota a gota, Mausi Martínez, no es casual. Cree que están en un lugar estratégico por la proximidad con el acuífero.

“Los norteamericanos Quieren manejar todo, por eso instalaron bases en Paraguay”, coincide Auge. “Pero no solamente ellos. Los que no tienen más recursos naturales aprovechables son los europeos. España no saca un litro de petróleo de su territorio, pero hoy es uno de los países más poderosos del sector”.

Guerra del agua

Aunque en nuestra región muchas veces no se perciba, y se haga un uso desmedido del suministro, la situación del agua es crítica en el mundo.

“Un 40% de la población mundial no tiene satisfechas las necesidades de abastecimiento. Para 2050, según estimaciones de la Unesco, se llegará al 50%”, apunta Auge. También describe el panorama. “Si bien el volumen de agua del planeta se mantuvo en los últimos 20 mil años, la calidad se deterioró mucho por una serie de actividades, como la agricultura a raíz del uso de agroquímicos, la industria que produce efluentes contaminantes, la desmedida explotación ganadera o los desechos que se tiran a los ríos”.

“En La Plata -continúa el especia-lista- todavía no tenemos una planta de tratamientos de residuos cloacales. Tiramos todos los efluentes crudos al Río de la Plata. En Capital Federal pasa lo mismo. Son los desechos de 9.000.000 de personas, lo que produce la destrucción del agua. Por eso, la disponibilidad potable es cada vez menor”.

Analistas políticos aventuran que las guerras del futuro serán por el control de este vital elemento. Auge coincide, y aporta otro dato: “El Líbano ya sufrió una guerra, cuando Israel se metió en sus yacimientos de agua dulce. Así va a suceder en otros lados”.

Lejos de un conflicto bélico, hoy, el estratégico y trascendente acuífero guaraní que pertenece a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, es investigado por profesionales de las potencias extranjeras. Saque sus propias conclusiones.

http://www.lineacapital.com.ar/?nota=65



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