Por Roger Carvajal Saravia
Llama la atención el hecho de que para aprobar las autorizaciones de OGM en diversos países se utilicen sólo los datos de las empresas productoras de los transgénicos como evidencia de inocuidad. Tal fue el caso de Bolivia, que durante el gobierno de Mesa Gisbert se instruyó la aprobación de la Soya Roundup Ready, por presión de los productores, no obstante que en reuniones expresa desde la delegación de la Universidad y del Ministerio de Salud se advirtió de los riesgos (que después, fueron probados) tanto a los funcionarios de SENASAG, que esgrimieron como base científica de inocuidad precisamente los estudios de la empresa Monsanto (productora de la semilla y del glifosato), como a los del entonces Ministerio de Desarrollo Sostenible.
Ante la solicitud de algunos productores de Santa Cruz para que se autorice la introducción y siembra de maíz transgénico, bajo el argumento de un mejor rendimiento que permita cubrir la demanda actual –que, según ellos, no se cubrirían con las variedades convencionales-, se incorpora nuevamente en la agenda pública de debate el tema de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM's).
¿Qué son los productos transgénicos?
Indudablemente, la transgénesis es un procedimiento biotecnológico que ha representado un importante avance en la obtención de recursos biológicos especialmente para la salud humana. Tal es el caso de la producción de insulina y de citoquinas en bacterias o de anticuerpos en habas. En estos casos se insertan genes que provienen de células humanas –células b de páncreas o linfocitos, en los casos mencionados- en células de otras especies con alta capacidad de reproducción y producción (habitualmente bacterias muy estudiadas como E. coli). Las proteínas generadas son purificadas y su estructura es estrictamente idéntica a la humana, de modo que su administración no incorpora ningún riesgo para la salud; por el contrario, resuelve problemas vinculados a la dificultad de obtener estos agentes biológicos por otros medios. En el caso de los alimentos llamados transgénicos, el panorama es diferente: se incorporan genes de otras especies en las especies de consumo alimentario, tal es el caso del gen Bt de una bacteria (Bacillus turingiensis) que codifica para una toxina (C RAI-1) que mata a los insectos; esta toxina está presente en el alimento y cuando éste es atacado por el insecto, en sus diferentes fases evolutivas, se producen daños severos en su intestino. Este en el caso del maíz (Maíz Bt) planta transgénica resistente al ataque de las larvas de los dípteros.
El otro caso relevante es el de las variedades de soya o maíz en las que se incorpora un gen que las hace resistentes a un herbicida (glifosato). Este gen también proviene de una bacteria y codifica para una enzima (Shikimato-sintasa) que sustituye a la original de la planta y no interactúa con el herbicida, a diferencia de la enzima natural que sí lo hace y, como consecuencia, se altera por completo el metabolismo de la planta. Al aplicar el glifosato a las plantas "normales" todas mueren excepto la variedad transgénica que ahora es resistente al glifosato. Como efecto de este hecho se reduce el empleo de mano de obra para el deshierbado dentro la siembra y cosecha de soya o maíz. Ambos productos –la semilla de la variedad transgénica y el herbicida- son provistos por la misma empresa. En resumen, los alimentos transgénicos sintetizan moléculas que son ajenas tanto a la especie productora del alimento como a la especie que lo consume. Estas moléculas están mezcladas con el conjunto de los componentes de dichos alimentos y así se ingieren. Asimismo, no es posible saber si el gen incorporado sólo produce estas moléculas (la toxina y la enzima bacteriana, en los ejemplos tratados) ya que tampoco se pueden excluir la posibilidad de "lecturas desplazadas" de la nueva secuencia de nucleótidos del ADN del gen incorporado o de la secuencia complementaria, lectura que pueda dar origen a otras proteínas no conocidas –no naturales- con efecto desconocido. Como esto último es sólo una posibilidad, su demostración requiere estudios probabilísticos muy extendidos y profundos que aún no se han dado.
Efectos sobre la Salud
La posibilidad de que los alimentos transgénicos afecten a la salud de los consumidores, es algo que preocupa a propios y extraños, precisamente por su composición que incluye moléculas extrañas a los alimentos y que, por tanto, son ajenas al proceso de co-evolución que ha mediado nuestra relación con las especies que cumplen el papel de alimentos en la naturaleza.
Para los fabricantes, las evidencias de que estos productos sean tóxicos en la población consumidora no existen. Pero hay que recordar que no es lo mismo ausencia de evidencia que evidencia de ausencia. Es decir no existen estudios independientes que demuestren que los productos transgénicos sean inocuos; los pocos reportes sobre su inocuidad en realidad discuten el hecho de no existir reportes de daño en los consumidores. Esto, de manera obvia no será posible, ya que para demostrar daño en algún órgano y asociarlo al consumo de estos alimentos, se requieren extensos estudios estadísticos que disocien las causas de dichas afectaciones, ya que las diferentes patologías pueden ser iguales ante diferentes causas. Sin embargo, en el caso del maíz, concretamente del maíz Star link (que alguna vez fue parte de una donación norteamericana), que incorpora la toxina Cry9C, fue conocido el rechazo que hizo la FDA (Food and Drug Agency) de los EEUU para consumo humano por sus efectos alergénicos y de afectación intestinal -que, como toda alergia, no se presenta en todos, como corresponde a un hecho probabilístico que depende del sujeto y sus circunstancias biológicas- lo que determinó que este producto fuera recogido del mercado en los EEUU (1).
Parece importante hacer notar que las investigaciones que muestran inocuidad de los alimentos transgénicos están hechas en laboratorios de las propias empresas productoras (2)(3),o en laboratorios contratados por las mismas; ésto siempre ha generado suspicacias en los consumidores, en las organizaciones de productores agrícolas y en algunos gobiernos. Tal es así que una Corte alemana obligó a Monsanto, empresa que fabrica semillas transgénicas y glifosato a mostrar sus datos crudos de la investigación llevada a cabo en sus laboratorios, para mostrar la inocuidad del maíz transgénico en ratas. Un grupo independiente de científicos re-examinó dichos datos y aplicó procedimientos estadísticos apropiados, tras lo cual pudo evidenciarse –a diferencia de la que publicó la empresa- que existieron efectos hepato y nefrotóxicos así como cambios drásticos en la química sanguínea (triglicéridos) y en la excreción renal (4) en las ratas que consumieron productos transgénicos. En otras palabras, en sus propias investigaciones se observó toxicidad del maíz transgénico, información que no fue difundida por la empresa. Recientemente, otras investigaciones experimentales en animales realizadas en diversos laboratorios han mostrado diversos grados de afectación en diferentes órganos y sistemas (5). Asimismo, se demostró en modelos experimentales que existen alteraciones en la respuesta inmune en animales de edad avanzada y emaciados que consumieron maíz transgénico (6); efectos similares aunque menos ostensibles fueron encontrados en animales jóvenes (7). Trastornos en la capacidad reproductiva de animales que consumieron estos productos también fueron reportados en estudios llevados a cabo en laboratorios austriacos (8). Lo que no ha podido detectarse es la existencia de una mayor potencia alergénica de la soya transgénica en estudios clínicos(9, 10), no obstante que a nivel experimental se detectó la capacidad de la soya transgénica de inducir respuestas inmunes mediadas por IgE, anticuerpo propio de las respuestas contra sustancias alergénicas (11).
Por su parte, los datos sobre inocuidad del glifosato (el herbicida) han sido obtenidos por laboratorios contratados por las empresas productoras del herbicida. Sin embargo, estos (Craven Labs e Industria Biotest Laboratories) fueron acusados de fraude por la EPA (Environmental Protection Agency), condenando a prisión a sus empleados y a multas millonarias a dichos laboratorios, por falsear los datos (12,13,14). En cambio, la toxicidad del glifosato tanto en células humanas como en especies de la flora y fauna ha sido mostrada por varios estudios recientes, entre los cuales destacan los que muestran su efecto genotóxico (mutagénico) demostrado por modernos procedimientos de biología molecular y celular(15,16,17), así como su efecto inductor de stress oxidativo (18), daño en células mononucleares de la sangre (19), inducción de muerte celular en células embrionarias y placentarias (20) incluyendo la afectación de su funcionamiento hormonal o endócrino (21). En fin, múltiples efectos tóxicos en la salud, demostrados en diferentes órganos y sistemas, tanto por exposiciones accidentales e intoxicaciones como por efectos por consumo en alimentos contaminados, son citados en diferentes revisiones (22,23)
En línea con lo anterior, la asociación entre la exposición a glifosato y la presencia de cáncer ha sido demostrada en diversos trabajos científicos. En sucesivos estudios epidemiológicos la asociación con linfoma no-Hodking (aumento de la frecuencia de casos en la población de sujetos expuestos, comparada con población no expuesta), fue demostrada en Suecia (24,25,26) y Canadá (27) y la asociación con Mieloma múltiple en EEUU (28,29). Tales estudios han recibido reclamos y cuestionamientos por parte de la empresa productora de las semillas y el herbicida, los mismos que fueron rebatidos ampliamente por los autores (30,31). Por su parte, la relación entre glifosato y cáncer también fue respaldada por estudios de laboratorio en la piel de animales experimentales (32).
Por último, cabe resaltar que la manipulación genética realizada en el maíz transgénico ha unido el gen Bt a otro gen, utilizado como marcador genético para monitorear el proceso de construcción del producto transgénico, que produce resistencia a antibióticos beta-lactámicos (incluyendo la ampicilina); la posibilidad de la incorporación de este gen en las bacterias intestinales de quien consuma el alimento, induciendo así la presencia de cepas resistentes a estos agentes terapéuticos (lo que conlleva potenciales peligros en patologías infecciosas), ha sido demostrada en modelos experimentales en condiciones controladas (33). En este orden, debe recordarse que existen variedades de maíz (Ej.: Bt 176) que tienen tanto el gen de la toxina Bt(CryA(b), el gen bar de un estreptomiceto, que provee resistencia al glifosato y el gen bla TEM que codifica para una b-lactamasa que, como fue reportado, otorgaría a los microbios de la flora intestinal resistencia a la ampicilina y a otros antibióticos b-lactámicos; lo anterior triplica las propiedades del maíz, pero también los riesgos.
No obstante todo lo anterior, llama la atención el hecho de que para aprobar las autorizaciones en diversos países se utilicen sólo los datos de las empresas productoras de los transgénicos como evidencia de inocuidad. Tal fue el caso de Bolivia, que durante el gobierno de Mesa Gisbert se instruyó la aprobación de la Soya Roundup Ready, por presión de los productores, no obstante que en reuniones expresa desde la delegación de la Universidad y del Ministerio de Salud se advirtió de los riesgos (que después, fueron probados) tanto a los funcionarios de SENASAG, que esgrimieron como base científica de inocuidad precisamente los estudios de la empresa Monsanto (productora de la semilla y del glifosato), como a los del entonces Ministerio de Desarrollo Sostenible (34). En Europa, el único país que autorizó la siembra de Transgénicos es España, con el respaldo de su Ministra de Ciencia y Tecnología, quien, interesantemente, es Presidenta de la empresa de Biotecnología Genetrix que trabaja en el tema y ha sido consejera del sector industrial en el campo biotecnológico.
Por todo lo anterior queda en evidencia que, sobre la base de abundantes datos científicos, ni los OGM´s ni el glifosato son inocuos para los humanos, por lo que se hace totalmente pertinente que el Estado Boliviano se suscriba al principio de precaución (35), en el marco de su misión de cuidar la salud de la población y, como se verá más adelante, de cuidar el ecosistema y el patrimonio genético del país.
Efectos sobre la Naturaleza
Los riesgos para el ecosistema provienen tanto de las semillas transgénicas como del herbicida. El polen de las plantas transgénicas se libera y puede dispersarse hasta lograr contacto con plantas no transgénicas y contaminarlas (36). Aunque algunos trabajos y opiniones personales mencionan que los pólenes viajan distancias cortas (solo centenas de metros) estudios palinológicos (37) muestran que este material biológico puede elevarse a grandes alturas y viajar enormes distancias con ayuda de las corrientes de aire y de diferentes condiciones meteorológicas (los pólenes pueden ser detectados a más de 5000 m de altura de los cultivos); el transporte también puede ser a través de vectores biológicos como insectos polinizadores. Esto tiene consecuencias graves ya que, como se mostro en México (38) y en España (39) este flujo génico a través el polen puede llegar a producir otras variedades transgénicas a expensas de las tradicionales. La demostración científica de este hecho (con transgenes del maíz) fue realizada en cultivos en la sierra de Oaxaca, México (37); este estudio fue cuestionado por diferentes investigadores (38,39); sin embargo, investigaciones posteriores ratificaron ampliamente los hallazgos (40,41) y en la actualidad está totalmente aceptada la existencia de contaminación por polen a variedades locales en México (43,44). También pudo conocerse que quienes cuestionaban la validez de estas investigaciones, ocultaban su filiación a laboratorios subsidiarios de las empresas productoras de los transgénicos (45). Ulteriores estudios dieron lugar a evaluar la complicada situación de los cultivadores mexicanos ante la presencia de los transgenes en un país en el que el maíz es de alta importancia para la seguridad alimentaria (46,47,48).
La polinización contaminante tiene especial gravedad para nuestro país en el caso del maíz, ya que puede significar la pérdida de un valioso patrimonio genético por ser Bolivia uno de los centros de origen y diversificación. Para fundamentar esto último, se debe recordar que uno de los criterios mayores para definir los centros de origen y/o diversificación de una especie es el numero de variedades o razas de la misma, adaptados en una región; bajo este criterio, al tener Bolivia 77 razas, Perú 66 y México 59 (49) es amplia la posibilidad del origen centro-andino de este cereal; lo que si queda claro es que en esta región se realizó el mayor proceso de diversificación del maíz en el mundo. Por tanto, se esperaría que en caso de sembrarse maíz transgénico, por efecto de la contaminación polínica, en lapsos relativamente cortos se afecte el genoma de todas las variedades cultivadas y silvestres -o sea, de la especie- con lo que las características de origen podrán ser modificadas. Esto, a su vez, tiene diferentes connotaciones culturales y sociales ya que se afecta el producto del trabajo de centurias en el manejo genético tradicional de los campesinos y pueblos indígenas de América (35). Ante esto, debe recordarse que lo anterior está previsto en el acuerdo de Cartagena que penaliza la siembra de variedades genéticamente modificadas cuando se trata de especies que en el país del que se trate es centro de origen o de diversificación y dispone medidas en contra de la afectación de los procesos agrícolas tradicionales (50,51).
Por su parte, la erosión genética que sobreviene por la tendencia natural de los cultivadores a sembrar una variedad (por sus ventajas comerciales) y olvidar las otras, se constituye en un mecanismo ampliamente reconocido de pérdida de agro-biodiversidad, ya comprobado en otros países (35). Se requieren muchos esfuerzos y gastos para recuperar la siembra de variedades no comerciales, con el objeto de mantener la reserva genética que incluye variedades con diferentes ventajas y potencialidades. Entre estas potencialidades destacan aquellas que pueden permitir enfrentar las, cada vez más frecuentes, eventualidades que emergen a consecuencia, tanto del cambio climático como de las necesidades de salud en la población (nutracéuticos o alimentos con actividad medicinal). Tal situación fue reflejada en eventos recientes en Bolivia (52).
Es importante destacar que los procedimientos de aplicación del herbicida -particularmente en los grandes monocultivos en los que la fumigación es por avión- constituyen mecanismos de contaminación a personas, especies vegetales (se eliminan todas las que entran en contacto), animales macro y microscópicos, y microorganismos (bacterias, hongos, protozoarios) que habitan y dan vida al suelo, por lo que también se afecta el agua para el riego que arrastra el agente químico a los acuíferos superficiales y profundos. En este orden, la pérdida de biodiversidad en áreas colindantes a los cultivos implica la disminución de los beneficios que otorgan los llamados Servicios Ecosistémicos; entre estos se puede mencionar la disminución de la captura de agua ambiental (con lo que se da lugar a procesos de disminución de humedad y sequía), la eliminación de biocontroladores naturales (especies que en su alimentación se incluyen a otras especies que son potencialmente peligrosas si exceden en cantidad en un ámbito dado), polinizadores, etc. Estos efectos pueden ser producidos tanto por la toxina Bt como por el glifosato y sus aditivos (53,54,55,56,57,58,59,60). Tal afectación en algunos casos es mayor por los restos de las plantas Bt que por los propios pesticidas que usan los agricultores (61).
Todo lo anterior se refuerza por la práctica de siembra que acompaña al paquete tecnológico que se compra con los transgénicos: la promoción del monocultivo extensivo que elimina linderos de bosque y otros restos de la biodiversidad local, lo cual en ocasiones puede conducir a la aparición de diversas plagas, con lo que se revierte el propósito al que se pretendía llegar (62). Por su lado, la afectación de especies animales por el herbicida también ha sido reportada (12). Asimismo, la esterilización del suelo por afectación de la microflora ha sido denunciada en diferentes foros en los que se ha destacado la necesidad de utilizar montos crecientes de fertilizantes para mantener su productividad. Por su parte, la presencia de ADN de las variedades transgénicas en el suelo de áreas ya cosechadas ha sido demostrada (56), con lo que puede preverse la posibilidad de que las bacterias del suelo puedan incorporar los genes extraños y transferirlos a otras plantas y microorganismos, lo que incrementaría los riesgos de contaminación horizontal.
No obstante todo lo anterior, en varios ámbitos científicos se valora ampliamente el avance tecnológico que significan los organismos genéticamente modificados en la perspectiva de una producción ampliada con un menor uso de pesticidas (66,67); interesantemente estas posiciones argumentan "el poco daño" que se puede ocasionar con estos productos al ecosistema local, lo cual es comprensible si se considera que en las regiones en las que reivindican su uso no existen las especies en cuestión (maíz y soya) como patrimonio genético (Alemania y Brasil), y la afectación a otros seres vivos no es tan importante como lo que puede significar el interés económico para cada región.
Efectos sobre el rendimiento de la producción
Con relación al rendimiento en la producción, se asume que éste es mayor en el maíz transgénico por su resistencia al gusano barrenador (Ostrinia nubilabis) y al cogollero (Spodoptera frugiperda). Sin embargo, estudios recientes hechos en Argentina (68) demuestran que el rendimiento sí se eleva, respecto a su isotipo, pero de manera no significativa (3%) y es menor respecto a otras variedades híbridas no transgénicas. Por lo demás, existen en el mercado local de productos e insumos orgánicos agentes bioreguladores que controlan a estas plagas (metarrizium y el propio Baciillus turingensis pero sólo fumigado, no incorporado en el alimento) los cuales se producen en Bolivia (e, inclusive, se exportan a la Argentina) y controlan en la actualidad miles de Has. de producción orgánica (69). Por su parte, el Instituto de Innovación Agropecuaria y Forestal INIAF) ha conseguido semillas de rendimiento mayor a las semillas del maíz transgénico (70) que ya se están reproduciendo y bien puede ser utilizada en las siguientes siembras. Todo lo anterior muestra que la soberanía alimentaria (no dependencia del exterior), que incluye la necesidad de producir nuestra semilla, esta abiertamente enfrentada a la siembra de alimentos transgénicos ya que la semilla de éstos debe ser necesariamente comprada para cada cosecha. Esto significa estricta dependencia de un paquete tecnológico que, además de la semilla y el herbicida, incluye todo un modo de producción que no solo no condice con lo que siempre ha realizado un pequeño productor, sino que lo introduce en un nuevo esquema abiertamente contradictorio a sus conocimientos ancestrales, que son los responsables de la conservación y expansión de la agro-biodiversidad de la cual disfruta actualmente el mundo. Por lo demás, si el productor utiliza unidades reproductivas sin pagar, puede ser enjuiciado. Esto mismo puede ocurrir si se contamina involuntariamente el maíz convencional y en él se encuentran genes de las semillas transgénicas, tal como lo muestran ejemplos ocurridos en México y en España (34,35).
En otro orden, debe hacerse notar que la persistencia del herbicida en el suelo favorecida por las condiciones de sequedad y pH (propias de nuestros suelos) afecta drásticamente a los cultivos rotacionales (71), tal circunstancia tampoco es compatible con las prácticas tradicionales de cultivo.
Por último, será importante anotar que la C.P.E. en su Art. 409 define que la importación de organismos transgénicos debe ser regulada por ley, lo que significa que se debe instaurar un amplio proceso de consulta para formular la norma que, si es el caso, pueda amparar la importación de maíz transgénico. En tanto esto no ocurra, está vigente el Reglamento de Bioseguridad (que tiene rango de ley al ser parte de los componentes de nuestro país en el Acuerdo de Cartagena) que establece que, al existir elementos que muestren falta de inocuidad para las personas o para el ecosistema, el Estado debe adscribirse al principio de precaución que constituye una prerrogativa de cualquier país. Asimismo, es necesario recordar que, la afectación del patrimonio genético por este tipo de productos, es un hecho que contradice ampliamente la recientemente aprobada Ley de la Madre Tierra (Art. 7.2) y todo lo estipulado en las Decisiones de la Cumbre de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra ocurrida en Tiquipaya, Cochabamba. También entra en conflicto con la Ley de Regulación y Promoción de la Producción Agropecuaria y Forestal no Maderable Ecológica, y con el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (TIRFAA), del cual Bolivia es signataria. También será importante hacer notar que al ser el maíz un producto que, en su fenotipo actual en sus centenas de variedades, ha sido logrado a lo largo de centurias por nuestros antepasados indígenas, su defensa seguramente será liderada por estos pueblos y sus dirigentes, en contra de todo interés económico vinculado a las transnacionales de las semillas, interés que (como se vio antes) ha estado siempre presente, de manera abierta o solapada, en todos los procesos de que promueven el negocio de los transgénicos a través de acuerdos con entidades locales. Afortunadamente el presidente de ANAPO (entidad que por alguna razón aún no explicable tiene que ver con la solicitud de siembra de maíz transgénico) es de raíz indígena, lo que, se espera, balanceara el debate a favor de nuestro patrimonio genético, más aun si existen argumentos científicos que muestran ampliamente la peligrosidad del paquete que se pretende introducir. www.ecoportal.net
Roger Carvajal Saravia es Investigador Emérito de la UMSA, Dr.(Ph.D.) en Ciencias Biológicas y Biomédicas (Biología Molecular) y fue Viceministro de Ciencia y Tecnología
La Razon – Bolivia http://www.la-razon.com - Junio 2011
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34) Carvajal R., Boric V. y Zeballos C. en representación de la Universidad Boliviana y del Ministerio de Salud, respectivamente, hicieron notar en las reuniones del comité de Bioseguridad que se requerían otros estudios además de los de Monsanto, los mismos que deberán hacerse en la universidad. Esto se menciona en el Decreto de aprobación, como condición para ratificar la autorización, pero dichos estudios nunca se realizaron.
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55) PROIMPA Y BIODIVERSITY entidades dedicadas a la agro-biodiversidad han propiciado un taller para definir estrategias para la conservación de los recursos de la agro-biodiversidad, particularmente de las variedades no comerciales, incentivando su siembra en las comunidades que, al margen de toda política agrícola, realizan desde siempre la conservación in situ del patrimonio genético de Bolivia, sin ningún tipo de reconocimiento. Abril,2011, Hotel Presidente,La Paz, Bolivia
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69) En el mercado existen productos tales como Probiomet (Metarrizium) Bacillus turgensis que controlan el barrenador y el cogollero del maíz. Estos productos son aplicados de manera creciente a la producción orgánica en diferentes regiones de Santa Cruz.
70) Ayala C., Vino B. Reportes recientes del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) dan cuenta de las investigaciones de diversas variedades de maíz de alto rendimiento y de otras variedades que está en planes de producción. Según el INIAF el rendimiento por hectárea de la semilla de maíz depende de muchos factores, los rendimiento para maíz amarillo durante la gestión 2010 fueron de 2,4 tn/ha y para maíz choclero de 2,9 tn/ha. Sin embargo, se viene multiplicando semilla de una nueva variedad de maíz amarillo "Taiguaty", que en condiciones favorables llega a un rendimiento de 3,5 tn/ha. El híbrido "Conquistador" del cual se viene reproduciendo sus antecesores paternales, en una primera fase, el mismo que en condiciones favorables puede alcanzar un rendimiento de 5,0 tn/ha. Por tanto, el rendimiento supuesto para el maiz transgnico 4 ton/ha., es facilmete superable por las variedades locales.
71) Compendium of Corn Diseases. The American Phitopathological Society. Ediciones Multiprensa. España 2004 pp69
Fuente:
http://ahau63.blogspot.com/2011/06/transgenicos.html
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