Patricia Valli - Jairo Straccia (AGENCIA WALSH)
Un tercio de las tierras cultivables está sembrado con la oleaginosa. Desplazó a las quintas y reduce la oferta de frutas y verduras. Ya hubo denuncias por la fumigación, debido a que se encontraron restos de glifosato en campos.
El máximo enclave peronista de la provincia de Buenos Aires no escapa a la locura por la soja: más de un tercio de las tierras cultivables de La Matanza ya está cubierto con la oleaginosa. Los más de 560 dólares por tonelada a los que cotiza en Chicago el alguna vez denominado "yuyo" hace que desplace a las tradicionales quintas de frutas y verduras que abastecen a la Ciudad y Gran Buenos Aires.
Según los últimos datos oficiales, en el partido hay más de 4 mil hectáreas sembradas con soja, el 34% de las 11.752 hectáreas rurales que hay. "En esa zona deberían estar las quintas de producción de alimentos para la población urbana", explicó el economista del Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de las Políticas Públicas (Cemop) de la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo, Andrés Asiaín.
La menor oferta por las frutas y verduras desplazadas por la producción sojera presiona sobre los precios de los alimentos y contribuye a la suba del valor por hectárea de los campos. Todo por la tentación de obtener un rinde de hasta $ 2 mil por hectárea, según cuentan en el sector. El Gobierno nacional, por su parte, estima que por las retenciones a la soja ingresarán unos $ 5 mil millones extra a las arcas del Estado.
"Los precios internos de los alimentos y bebidas acompañan la suba de los precios internacionales", evalúa Asiaín en referencia a la llamada "inflación importada".
El dato sobre el efecto en los precios de la "soja Matanza" circula en medio de reclamos por una reforma agraria y una ley contra los desalojos y la controversia por la ley de hábitat bonaerense y la demanda insatisfecha de viviendas, entre otros temas que en el fondo hablan de la disputa por la tierra.
"No se hace soja en quintas de una hectárea, se hace en campos de treinta o cincuenta hectáreas. Estos campos medianos son los más expuestos al avance de la soja", explicó Jorge Sutil, ex coordinador provincial de la subsecretaría Agricultura Familiar de la Nación.
Las zonas sembradas con soja se encuentran camino a Cañuelas, sobre la Ruta Nacional 3 y sus alrededores, a partir del kilómetro 38. En la mayoría de los casos se trata de superficies que se operan bajo el sistema pooles de siembra y llegan hasta las 200 hectáreas.
"La presión por el avance de la soja por ahora no recae sobre los barrios, pero se llevó por delante muchas quintas", relató un ex trabajador del municipio que recorre a diario la zona.
El fenómeno no es exclusivo del partido más poblado de la provincia de Buenos Aires, sino que se ve también en el Gran Rosario y sobre "los cultivos en el sudeste como Necochea, Tres Arroyos, Benito Suárez, donde avanza según el clima", explicó Susana Nuti, coordinadora de Foro País, la organización pro industrialización de soja que preside Mario Blejer.
Los promotores de la soja a gran escala consideran que estas pequeñas plantaciones "se dejan llevar por los precios internacionales pero no tienen en cuenta costos asociados a la operación y la rotación de suelos". La fumigación terrestre, salvo alguna disposición puntual de los municipios, está permitida, mientras que la aérea está prohibida para no afectar a la población. Y en La Matanza ya hubo denuncias por la fumigación, ya que se encontraron restos de glifosato en campos.
El máximo enclave peronista de la provincia de Buenos Aires no escapa a la locura por la soja: más de un tercio de las tierras cultivables de La Matanza ya está cubierto con la oleaginosa. Los más de 560 dólares por tonelada a los que cotiza en Chicago el alguna vez denominado "yuyo" hace que desplace a las tradicionales quintas de frutas y verduras que abastecen a la Ciudad y Gran Buenos Aires.
Según los últimos datos oficiales, en el partido hay más de 4 mil hectáreas sembradas con soja, el 34% de las 11.752 hectáreas rurales que hay. "En esa zona deberían estar las quintas de producción de alimentos para la población urbana", explicó el economista del Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de las Políticas Públicas (Cemop) de la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo, Andrés Asiaín.
La menor oferta por las frutas y verduras desplazadas por la producción sojera presiona sobre los precios de los alimentos y contribuye a la suba del valor por hectárea de los campos. Todo por la tentación de obtener un rinde de hasta $ 2 mil por hectárea, según cuentan en el sector. El Gobierno nacional, por su parte, estima que por las retenciones a la soja ingresarán unos $ 5 mil millones extra a las arcas del Estado.
"Los precios internos de los alimentos y bebidas acompañan la suba de los precios internacionales", evalúa Asiaín en referencia a la llamada "inflación importada".
El dato sobre el efecto en los precios de la "soja Matanza" circula en medio de reclamos por una reforma agraria y una ley contra los desalojos y la controversia por la ley de hábitat bonaerense y la demanda insatisfecha de viviendas, entre otros temas que en el fondo hablan de la disputa por la tierra.
"No se hace soja en quintas de una hectárea, se hace en campos de treinta o cincuenta hectáreas. Estos campos medianos son los más expuestos al avance de la soja", explicó Jorge Sutil, ex coordinador provincial de la subsecretaría Agricultura Familiar de la Nación.
Las zonas sembradas con soja se encuentran camino a Cañuelas, sobre la Ruta Nacional 3 y sus alrededores, a partir del kilómetro 38. En la mayoría de los casos se trata de superficies que se operan bajo el sistema pooles de siembra y llegan hasta las 200 hectáreas.
"La presión por el avance de la soja por ahora no recae sobre los barrios, pero se llevó por delante muchas quintas", relató un ex trabajador del municipio que recorre a diario la zona.
El fenómeno no es exclusivo del partido más poblado de la provincia de Buenos Aires, sino que se ve también en el Gran Rosario y sobre "los cultivos en el sudeste como Necochea, Tres Arroyos, Benito Suárez, donde avanza según el clima", explicó Susana Nuti, coordinadora de Foro País, la organización pro industrialización de soja que preside Mario Blejer.
Los promotores de la soja a gran escala consideran que estas pequeñas plantaciones "se dejan llevar por los precios internacionales pero no tienen en cuenta costos asociados a la operación y la rotación de suelos". La fumigación terrestre, salvo alguna disposición puntual de los municipios, está permitida, mientras que la aérea está prohibida para no afectar a la población. Y en La Matanza ya hubo denuncias por la fumigación, ya que se encontraron restos de glifosato en campos.
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