Un caso testigo del colonialismo nacional actual
Una postal del sitio de la empresa multinacional (www.barrick.com).
Aunque esta firma es canadiense de origen, sus accionistas mayoritarios son británicos y estadounidenses. Explota la capacidad minera y la extracción de oro del Río Valle del Cura, cuyas aguas ahora contaminadas alimentan los cultivos de la pequeña localidad de Iglesia, en la provincia de San Juan. Las reservas de oro ubicadas allí representan miles de millones de dólares, pero por regalías pagan tan sólo 3%
IGLESIAS, Octubre 13 (Agencia NOVA) Decir que una firma multinacional está explotando una de las principales riquezas nacionales, fuente prácticamente inagotable de dinero para la Argentina, y que la concesión de dicha práctica resulta casi gratuita para esa empresa, además del peligro ecológico que su trabajo en la zona provoca, es casi ser aburrido de lo reiterativo en un país que carece de un sentimiento patriótico, nacional, popular y soberano.
Otro de los casos testigos de estas macabras prácticas es lo que actualmente ocurre en las cercanías del pequeño poblado de Iglesia –de 6.737 habitantes–, en la provincia de San Juan. Allí, la firma multinacional minera Barrick Gold ha puesto su mira desde hace unos años y, tal como no hace mucho pasó en la sureña localidad de Esquel, parece que será un tema que prontamente explotará en los medios de comunicación.
Según informa el prestigioso sitio www.ecoportal.net, en un trabajo que lleva la firma de Marcelo Scanu –secretario de Cultura de UPCN (Unión de Personal Civil de la Nación), delegación ANSES–, el autor transitaba la zona del Valle del Cura –una región rica en oro, explotada desde antes de los Incas, luego por ellos y los españoles– cuando se topó con diferentes formas de restricción de ingreso al mismo, cuestión que lo sorprendió por ser una zona eventualmente inexplotada, y cuya concesión había caducado.
El Río Valle del Cura forma luego el Río Jáchal, cuyas aguas alimentan los secos desiertos y el oasis de la localidad de Iglesia, donde se cultiva desde hace cientos de años. Estos cultivos, junto al turismo, permiten subsistir a la población.
Hasta no hace mucho tiempo, existía un equilibrio con el entorno incontaminado de la región, pero hizo su aparición la minera Barrick. Aunque canadiense, sus accionistas principales son británicos y norteamericanos (incluso se habla de conocidos funcionarios de los EE.UU.). Luego de explorar yacimientos en Chile y Perú además de Tanzania, posaron sus ojos en la Argentina que, por años, pareció ser un “país de reserva”, ocultándose los múltiples recursos mineros de la zona.
El hecho que sobresale es que por cánones irrisorios, estas compañías retuvieron para sí las concesiones esperando el momento oportuno para explotarlas.
Según se manifiesta en el artículo publicado por el portal, la cantidad de oro en el Valle del Cura es impresionante, aunque para extraerlo se debe utilizar cianuro, un metal pesado, el cual al ser arrastrado por el agua produce daño a cultivos, animales y humanos. Esto pondría en peligro el equilibrio ecológico de la región, destruyendo la tradicional forma de vida y economía sustentable en el tiempo a cambio de unos pocos años de extracción del áureo metal, el cual no deja prácticamente ningún beneficio en la región ni en el país.
Las reservas de oro ubicadas allí representan miles de millones de dólares, pero por regalías pagan tan sólo un 3%. Si se tienen en cuenta las exenciones logradas por el lobby minero (no paga el impuesto al gasoil, ni a la importación de bienes, se le reintegra el IVA, etcétera), todo el pueblo argentino le estaría subsidiando la explotación –con dinero público– a una empresa privada extranjera.
Los pobladores de Iglesia protestaron, como los de Esquel en su momento, por el uso del cianuro. Aunque la minera presentó informes, luego donó computadoras y ambulancias, y ante la férrea oposición de los lugareños optó por distanciarse de la comunidad. Posteriormente se dieron hechos de violencia y amedrentamiento hacia los manifestantes, pero aún no se han encontrado a los culpables, existiendo una fuerte campaña de desinformación y censura.
Los trabajadores de la Barrick son casi exclusivamente residentes de otras provincias y países, no se les permite sindicalizar y se los hace trabajar en un ambiente hostil todo el año, incluso en pleno invierno. Hace poco, 1.200 de ellos quedaron varados en el yacimiento y sendos accidentes han ocurrido, sumándose varias víctimas fatales.
En cuanto a la ecología y el cuidado del medio ambiente, se muestran gráficos e informes sobre la seguridad en lo concerniente al uso de cianuro. En realidad, la Barrick debió pagar una multa por contaminación, tienen varias denuncias (aunque ninguna de la probritánica Greenpeace), quieren avanzar sobre un Parque Provincial, del lado chileno van a trasladar miles de toneladas de hielo de unos glaciares de la zona de explotación y existiría aparentemente un túnel trasandino desconociéndose su utilidad, aunque ésta puede inferirse.
El mineral extraído será refinado en el exterior. Las acciones de la Barrick cotizan con el símbolo ABX en las bolsas de Nueva York, Toronto, Londres y París; en cambio, los pobladores de Iglesia y su tierra no interesan a la empresa ni a sus accionistas. ¿Señor Presidente, se hará algo al respecto?
Como para conocer la firma que hoy “trabaja” en la Argentina
Según manifiesta el portal argentino www.sincensura.org.ar, la corporación minera canadiense Barrick Gold nace por gestiones “inescrupulosas” del “narcotraficante” Peter Munk, antes asociado al magnate Adnan Khashoggi, probable traficante de armas de origen árabe Saudita.
Esta fórmula societaria fundó en Toronto, Canadá, la empresa extractiva aurífera Barrick Gold Corporation, con aportes de relaciones políticas por un lado y de moneda por el otro que la potenciaron al primer plano. Con Peter Munk ingresó al círculo prístino de la empresa la Corona Británica, a través de su amistad con el príncipe Felipe, pero es el árabe Khashoggi quien arrimó el capital mayor.
George Bush, otrora director de la Central de Inteligencia Americana (CIA), es el tercer capítulo de esta historia. Como vicepresidente de los Estados Unidos aportó una mina de oro ubicada en un predio propiedad del gobierno de EE.UU., que Barrick terminó comprando por 63 millones de dólares. Se trata de la mina Goldstrike, que en realidad contiene 10.000 millones de dólares en oro.
Poco después, Bush comenzó a figurar en el directorio de Barrick Gold Corporation con el título de “Asesor honorario de la junta internacional de la empresa”. Para su control no dudó en colocar al ex primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, como su asistente; pero fue Edward N. Ney, ex embajador en Canadá, su vocero en el directorio.
A partir de 1995, el ex presidente norteamericano comenzó a gozar de más tiempo, llegando a la dirección del cuerpo de “Asesores honorarios de Barrick Gold Corporation”. Un año más tarde la empresa recibió la concesión de exploración y explotación aurífera de Zaire. El hecho fue tapa de los diarios del mundo porque hasta entonces la influencia del ex director de la CIA le había permitido a Barrick atrapar importantes yacimientos metalíferos, pero lo de Zaire se habría convertido en un robo mayúsculo por la gestión sangrienta que lo coronó.
De este modo se consolidó la Barrick Gold, que habría construido su imperio minero gracias al tráfico de armas, al narcotráfico que también supo impulsar la guerra del opio, y que tuvo a su favor un ejército de agentes de la CIA de Bush, quienes habrían barrido estratégicamente el camino de los metales y de las piedras preciosas.
En el artículo de Jeffrey Steinberg, “El Corazón de Tinieblas de George Bush”, publicado por EIR Internacional, se lee que “la invasión del este de Zaire por parte de ejércitos combinados de Ruanda y Uganda, que comenzó en septiembre de 1996, coincidió con la entrada de Barrick y Anglo American para adueñarse exactamente de esa zona… Miles de refugiados murieron en los enfrentamientos y otro cuarto de millón se vio obligado a huir a la selva, a morir de hambre y enfermedades, en tanto unos quinientos mil cruzaron la frontera hacia Ruanda para morir, probablemente, en manos de los tutsis”.
Al mismo tiempo, la descripción que sobre la presencia de Barrick Gold en Tanzania y Congo realiza la página web “Mines and Comunities” (www.minesandcommunities.org/Company/bulyanhulu1.htm), es también espeluznante.
Dicho esto, pareciera ser que por donde intervine Barrica queda una secuela de destrucción y muerte, y estamos hablando de la misma empresa que hoy se halla en la Cordillera de los Andes, merced a una inmensa franja que la corre de norte a sur, expoliada a chilenos y a argentinos por el Tratado Minero de Implementación Conjunta y por acuerdos binacionales que ceden la soberanía de ambas naciones. (Agencia NOVA)
Aunque esta firma es canadiense de origen, sus accionistas mayoritarios son británicos y estadounidenses. Explota la capacidad minera y la extracción de oro del Río Valle del Cura, cuyas aguas ahora contaminadas alimentan los cultivos de la pequeña localidad de Iglesia, en la provincia de San Juan. Las reservas de oro ubicadas allí representan miles de millones de dólares, pero por regalías pagan tan sólo 3%
IGLESIAS, Octubre 13 (Agencia NOVA) Decir que una firma multinacional está explotando una de las principales riquezas nacionales, fuente prácticamente inagotable de dinero para la Argentina, y que la concesión de dicha práctica resulta casi gratuita para esa empresa, además del peligro ecológico que su trabajo en la zona provoca, es casi ser aburrido de lo reiterativo en un país que carece de un sentimiento patriótico, nacional, popular y soberano.
Otro de los casos testigos de estas macabras prácticas es lo que actualmente ocurre en las cercanías del pequeño poblado de Iglesia –de 6.737 habitantes–, en la provincia de San Juan. Allí, la firma multinacional minera Barrick Gold ha puesto su mira desde hace unos años y, tal como no hace mucho pasó en la sureña localidad de Esquel, parece que será un tema que prontamente explotará en los medios de comunicación.
Según informa el prestigioso sitio www.ecoportal.net, en un trabajo que lleva la firma de Marcelo Scanu –secretario de Cultura de UPCN (Unión de Personal Civil de la Nación), delegación ANSES–, el autor transitaba la zona del Valle del Cura –una región rica en oro, explotada desde antes de los Incas, luego por ellos y los españoles– cuando se topó con diferentes formas de restricción de ingreso al mismo, cuestión que lo sorprendió por ser una zona eventualmente inexplotada, y cuya concesión había caducado.
El Río Valle del Cura forma luego el Río Jáchal, cuyas aguas alimentan los secos desiertos y el oasis de la localidad de Iglesia, donde se cultiva desde hace cientos de años. Estos cultivos, junto al turismo, permiten subsistir a la población.
Hasta no hace mucho tiempo, existía un equilibrio con el entorno incontaminado de la región, pero hizo su aparición la minera Barrick. Aunque canadiense, sus accionistas principales son británicos y norteamericanos (incluso se habla de conocidos funcionarios de los EE.UU.). Luego de explorar yacimientos en Chile y Perú además de Tanzania, posaron sus ojos en la Argentina que, por años, pareció ser un “país de reserva”, ocultándose los múltiples recursos mineros de la zona.
El hecho que sobresale es que por cánones irrisorios, estas compañías retuvieron para sí las concesiones esperando el momento oportuno para explotarlas.
Según se manifiesta en el artículo publicado por el portal, la cantidad de oro en el Valle del Cura es impresionante, aunque para extraerlo se debe utilizar cianuro, un metal pesado, el cual al ser arrastrado por el agua produce daño a cultivos, animales y humanos. Esto pondría en peligro el equilibrio ecológico de la región, destruyendo la tradicional forma de vida y economía sustentable en el tiempo a cambio de unos pocos años de extracción del áureo metal, el cual no deja prácticamente ningún beneficio en la región ni en el país.
Las reservas de oro ubicadas allí representan miles de millones de dólares, pero por regalías pagan tan sólo un 3%. Si se tienen en cuenta las exenciones logradas por el lobby minero (no paga el impuesto al gasoil, ni a la importación de bienes, se le reintegra el IVA, etcétera), todo el pueblo argentino le estaría subsidiando la explotación –con dinero público– a una empresa privada extranjera.
Los pobladores de Iglesia protestaron, como los de Esquel en su momento, por el uso del cianuro. Aunque la minera presentó informes, luego donó computadoras y ambulancias, y ante la férrea oposición de los lugareños optó por distanciarse de la comunidad. Posteriormente se dieron hechos de violencia y amedrentamiento hacia los manifestantes, pero aún no se han encontrado a los culpables, existiendo una fuerte campaña de desinformación y censura.
Los trabajadores de la Barrick son casi exclusivamente residentes de otras provincias y países, no se les permite sindicalizar y se los hace trabajar en un ambiente hostil todo el año, incluso en pleno invierno. Hace poco, 1.200 de ellos quedaron varados en el yacimiento y sendos accidentes han ocurrido, sumándose varias víctimas fatales.
En cuanto a la ecología y el cuidado del medio ambiente, se muestran gráficos e informes sobre la seguridad en lo concerniente al uso de cianuro. En realidad, la Barrick debió pagar una multa por contaminación, tienen varias denuncias (aunque ninguna de la probritánica Greenpeace), quieren avanzar sobre un Parque Provincial, del lado chileno van a trasladar miles de toneladas de hielo de unos glaciares de la zona de explotación y existiría aparentemente un túnel trasandino desconociéndose su utilidad, aunque ésta puede inferirse.
El mineral extraído será refinado en el exterior. Las acciones de la Barrick cotizan con el símbolo ABX en las bolsas de Nueva York, Toronto, Londres y París; en cambio, los pobladores de Iglesia y su tierra no interesan a la empresa ni a sus accionistas. ¿Señor Presidente, se hará algo al respecto?
Como para conocer la firma que hoy “trabaja” en la Argentina
Según manifiesta el portal argentino www.sincensura.org.ar, la corporación minera canadiense Barrick Gold nace por gestiones “inescrupulosas” del “narcotraficante” Peter Munk, antes asociado al magnate Adnan Khashoggi, probable traficante de armas de origen árabe Saudita.
Esta fórmula societaria fundó en Toronto, Canadá, la empresa extractiva aurífera Barrick Gold Corporation, con aportes de relaciones políticas por un lado y de moneda por el otro que la potenciaron al primer plano. Con Peter Munk ingresó al círculo prístino de la empresa la Corona Británica, a través de su amistad con el príncipe Felipe, pero es el árabe Khashoggi quien arrimó el capital mayor.
George Bush, otrora director de la Central de Inteligencia Americana (CIA), es el tercer capítulo de esta historia. Como vicepresidente de los Estados Unidos aportó una mina de oro ubicada en un predio propiedad del gobierno de EE.UU., que Barrick terminó comprando por 63 millones de dólares. Se trata de la mina Goldstrike, que en realidad contiene 10.000 millones de dólares en oro.
Poco después, Bush comenzó a figurar en el directorio de Barrick Gold Corporation con el título de “Asesor honorario de la junta internacional de la empresa”. Para su control no dudó en colocar al ex primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, como su asistente; pero fue Edward N. Ney, ex embajador en Canadá, su vocero en el directorio.
A partir de 1995, el ex presidente norteamericano comenzó a gozar de más tiempo, llegando a la dirección del cuerpo de “Asesores honorarios de Barrick Gold Corporation”. Un año más tarde la empresa recibió la concesión de exploración y explotación aurífera de Zaire. El hecho fue tapa de los diarios del mundo porque hasta entonces la influencia del ex director de la CIA le había permitido a Barrick atrapar importantes yacimientos metalíferos, pero lo de Zaire se habría convertido en un robo mayúsculo por la gestión sangrienta que lo coronó.
De este modo se consolidó la Barrick Gold, que habría construido su imperio minero gracias al tráfico de armas, al narcotráfico que también supo impulsar la guerra del opio, y que tuvo a su favor un ejército de agentes de la CIA de Bush, quienes habrían barrido estratégicamente el camino de los metales y de las piedras preciosas.
En el artículo de Jeffrey Steinberg, “El Corazón de Tinieblas de George Bush”, publicado por EIR Internacional, se lee que “la invasión del este de Zaire por parte de ejércitos combinados de Ruanda y Uganda, que comenzó en septiembre de 1996, coincidió con la entrada de Barrick y Anglo American para adueñarse exactamente de esa zona… Miles de refugiados murieron en los enfrentamientos y otro cuarto de millón se vio obligado a huir a la selva, a morir de hambre y enfermedades, en tanto unos quinientos mil cruzaron la frontera hacia Ruanda para morir, probablemente, en manos de los tutsis”.
Al mismo tiempo, la descripción que sobre la presencia de Barrick Gold en Tanzania y Congo realiza la página web “Mines and Comunities” (www.minesandcommunities.org/Company/bulyanhulu1.htm), es también espeluznante.
Dicho esto, pareciera ser que por donde intervine Barrica queda una secuela de destrucción y muerte, y estamos hablando de la misma empresa que hoy se halla en la Cordillera de los Andes, merced a una inmensa franja que la corre de norte a sur, expoliada a chilenos y a argentinos por el Tratado Minero de Implementación Conjunta y por acuerdos binacionales que ceden la soberanía de ambas naciones. (Agencia NOVA)
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