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4 de septiembre de 2018

Comprueban que dos agroquímicos interfieren con la polinización de las abejas




20 de agosto de 2018

Dos plaguicidas muy usados en Argentina, el glifosato y el imidacloprid, alteran el gusto de estos insectos y eso podría repercutir en la producción de alimentos y en la seguridad de los ecosistemas. “El paradigma agrícola actual debería ser revisado”, advirtieron los investigadores del CONICET que lideraron el estudio.

(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Dos de los plaguicidas más utilizados en el país, el herbicida glifosato y el insecticida imidacloprid, presentan un inesperado efecto secundario: alteran el sentido del gusto de las abejas obreras, lo cual interfiere con su capacidad de polinización y de producción de miel. Así lo revela un estudio del CONICET y la UBA, que también pone de manifiesto que los agroquímicos destinados a proteger cultivos, en realidad podrían afectarlos en el largo plazo.

“La pregunta es cuán efectivos son los plaguicidas en términos de protección del cultivo si perjudican a los animales [las abejas] esenciales para su producción”, se preguntó el doctor Walter Farina, jefe del Laboratorio de Insectos Sociales del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIByNE), que depende del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA.

Farina y su equipo estudiaron la reacción de abejas frente a soluciones de azúcar común (sacarosa) con distintas concentraciones. Y comprobaron que los insectos expuestos a ambos plaguicidas redujeron la propensión a extender su probóscide o apéndice a través del cual se alimentan. “Lo que interpretamos es que ambos agroquímicos disminuyen la sensibilidad a lo dulce”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la primera autora del estudio, la doctora Carolina Mengoni Goñalons, quien trabajó con Farina y ahora se desempeña como becaria postdoctoral del CONICET en la Fundación para el Estudio de Especies Invasivas (FuEDEI).

En otro estudio complementario, los científicos comprobaron que los dos agroquímicos afectan la capacidad de las abejas de asociar el olor a una recompensa dulce, lo que impacta sobre su comportamiento recolector. “Dado que estamos hablando de insectos sociales, un detrimento en un grupo de individuos repercutirá sobre toda la colonia”, indicó Farina, quien también es investigador del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la FCEN.
“En el largo plazo, estos déficits en el comportamiento de las abejas tendrá consecuencias sobre la eficacia de la polinización y la producción de miel”, puntualizó Mengoni Goñalons.

El trabajo fue publicado en la revista “Journal of Experimental Biology”. Y, de acuerdo con Farina y Mengoni Goñalons, los resultados convocan a la reflexión. “Es preciso detenerse y pensar cuánto se desea favorecer a las prácticas agrícolas a expensas de la conservación de la biodiversidad. Creemos que el paradigma agrícola actual debe ser revisado. Y que sería necesario impulsar una protección de cultivos con técnicas más amigables y sustentables, como el manejo integrado de plagas o el control biológico”, señalaron.

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