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Contra los monocultivos y minería contaminantes y a favor de la Soberanía Alimentaria y de un Proyecto Nacional Sustentable

19 de octubre de 2017

Argentina: El país que Monsanto esta envenenando



Argentina: El país que Monsanto esta envenenando

Por Michael Warren y Natacha Pisarenko / overgrowthesystem.com través filmsforaction.com

La productora estadounidense en biotecnología ha convertido a la Argentina en el tercer productor mundial de soja, pero los productos químicos que impulsan el auge no se limitan a la soja y el algodón y los campos de maíz. Contaminan rutinariamente hogares y aulas y el agua potable. Un coro creciente de médicos y científicos advierte que su uso no controlado podría ser responsable de la creciente número de problemas de salud a aparecer en los hospitales de la nación sudamericana. En el corazón del negocio de la soja de Argentina, de casa en casa encuestas de 65.000 personas en las comunidades agrícolas encontraron tasas de cáncer de dos a cuatro veces mayor que el promedio nacional, así como mayores tasas de hipotiroidismo y enfermedades respiratorias crónicas. Fotógrafo de Associated Press Natacha Pisarenko pasó meses documentar el tema en las comunidades campesinas a través de Argentina.

La mayoría de las provincias de Argentina prohíben plaguicidas de pulverización y otros agroquímicos próximos a los hogares y las escuelas, con las prohibiciones que van en distancia de 50 metros a tanto como a varios kilómetros de las zonas pobladas. The Associated Press encontró muchos casos de la soja plantada tan sólo unos metros de las casas y las escuelas, y de productos químicos mezclados y cargados en tractores dentro de barrios residenciales. En los últimos 20 años, la pulverización de agroquímicos ha multiplicado por ocho en Argentina- de 9 millones de galones en 1990 hasta 84 millones de galones de hoy. El glifosato, el ingrediente clave en los productos de Round Up de Monsanto, se utiliza más o menos ocho a diez veces más por hectárea que en los Estados Unidos. Sin embargo, Argentina no aplica las normas nacionales para los productos químicos agrícolas, dejando a la elaboración de normas a las provincias y la aplicación a los municipios. El resultado es una mezcolanza de regulaciones ampliamente ignoradas que dejan a la gente peligrosamente expuesta.




En este 16 de abril 2013, foto, Felix San Román camina en su propiedad en Rawson, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. San Román dice que cuando él se quejó de las nubes de los productos químicos a la deriva en su patio, los pulverizadores lo enfermaron, fracturando su columna vertebral y la anulación de los dientes. "Esta es una pequeña ciudad en la que nadie se enfrenta a cualquier persona, y las autoridades de mirar hacia otro lado", dijo San Román. "Todo lo que quiero es que ellos puedan seguir la ley vigente, que dice que no puede hacer esto dentro de 1,500 metros. Nadie sigue este. ¿Cómo puedes controlarlo? "(AP Photo / Natacha Pisarenko)

El glifosato, el ingrediente clave en el popular marca de Monsanto Roundup de pesticidas, es uno de los herbicidas más utilizados del mundo. Se ha determinado que es seguro, si se aplica correctamente, por muchas agencias regulatorias, incluidas las de los Estados Unidos y la Unión Europea.

El 1 de mayo, la Agencia de Protección Ambiental siquiera levantó los niveles permitidos de residuos de glifosato en los alimentos, concluyendo que en base a los estudios presentados por Monsanto, "hay una certeza razonable de que no ocasionará ningún perjuicio a la población en general o para los bebés y los niños de exposición agregada ".

23 provincias argentinas tomen la iniciativa en la regulación de la agricultura, y las reglas varían.

La pulverización se prohibió a 3 kilómetros (1,9 millas) de áreas pobladas en algunas provincias y tan poco como 50 metros (55 yardas) en otros. Alrededor de un tercio de las provincias establece ningún límite en absoluto, y la mayoría carecen de políticas detalladas de aplicación.

Una ley ambiental federal requiere aplicadores de sustancias químicas tóxicas de suspender o cancelar las actividades que amenazan la salud pública ", aun cuando el vínculo no se ha demostrado científicamente" y "sin importar los costos o consecuencias", pero nunca se ha aplicado a la agricultura, el auditor general, encontró el año pasado.

En respuesta a las quejas crecientes, la presidenta Cristina Fernández ordenó a una comisión en 2009 para estudiar el impacto de la fumigación de agroquímicos en la salud humana. Su informe inicial pidió "controles sistemáticos sobre las concentraciones de herbicidas y sus compuestos ... tales como estudios de laboratorio y de campo exhaustivos que implican formulaciones que contienen glifosato, así como sus interacciones con otros productos agroquímicos ya que se utilizan actualmente en nuestro país."

Pero la comisión no se reúne desde 2010, el auditor general nose encuentra...

Los funcionarios del gobierno insisten en que el problema no es la falta de investigación, pero la desinformación que juega con las emociones de la gente.

"He visto un sinnúmero de documentos, encuestas, videos, artículos en la prensa y en las universidades, y en realidad de nuestros ciudadanos que leen todo este fin mareado y confundido", dijo el secretario de Agricultura, Lorenzo Basso. "Creo que tenemos que dar a conocer el compromiso de que Argentina tiene que ser un productor de alimentos. Nuestro modelo como una nación exportadora ha sido puesta en duda. Tenemos que defender nuestro modelo ".

En una declaración escrita, el portavoz de Monsanto Thomas Helscher dijo que la compañía "no tolera el mal uso de pesticidas o la violación de cualquier ley de plaguicidas, reglamento o decisión judicial."

"Monsanto tiene la mayordomía de productos en serio y nos comunicamos regularmente con nuestros clientes sobre el uso adecuado de nuestros productos", dijo Helscher.




En este 24 de septiembre 2013, de la foto, un tractor conocido como "mosquito" desempolva un campo cerca de Paraná, en la provincia de Entre Ríos, Argentina. La mayoría de las provincias prohíben pulverización junto a hogares y escuelas, que varían en distancia de 50 metros a tanto como a varios kilómetros de las zonas pobladas. Pero The Associated Press encontró muchos casos de la soja plantada tan sólo unos metros de las casas y las escuelas, y de productos químicos mezclados y cargados en tractores dentro de barrios residenciales. (AP Photo / Natacha Pisarenko)

Argentina fue uno de los primeros en adoptar el nuevo modelo de agricultura biotecnológica promovidos por Monsanto y otras empresas agrícolas estadounidenses.

En lugar de convertir la tierra vegetal, la pulverización de pesticidas y luego esperar a que el veneno se disipa antes de la siembra, los agricultores siembran las semillas y después rocían sin dañar los cultivos modificados genéticamente para tolerar los productos químicos específicos.

Este "sin labranza" método toma mucho menos tiempo y dinero que los agricultores pueden cosechar más cosechas y expandirse a tierra no vale la pena antes.

Pero las plagas desarrollan resistencia, más aún cuando los mismos productos químicos se aplican a los cultivos genéticamente idénticos a gran escala.

Así, mientras que el glifosato es uno de los herbicidas más seguras del mundo, los agricultores ahora lo utilizan en concentrados más altos y se mezclan en mucho más tóxico venenos, como el 2,4, D, que el ejército estadounidense utiliza en "Agente Naranja" para defoliar la selva durante el Vietnam Guerra.

En 2006, una división del Ministerio de Agricultura de Argentina recomendó agregar etiquetas de precaución instando a que las mezclas de glifosato y los productos químicos más tóxicos se limitarán a "zonas agrícolas lejos de los hogares y los centros de población." La recomendación fue ignorada, según la auditoría federal.

El gobierno se basa en la industria de investigación aprobado por la EPA, lo que dijo el 1 de mayo que "no hay ninguna indicación de que el glifosato es un producto químico neurotóxico y no hay necesidad de un estudio de neurotoxicidad del desarrollo."

El biólogo molecular Dr. Andrés Carrasco en la Universidad de Buenos Aires, dice la carga de los cócteles químicos es preocupante, pero incluso el glifosato solo podría significar un problema para la salud humana. Él encontró que la inyección de una dosis muy baja de glifosato en embriones puede cambiar los niveles de ácido retinoico, haciendo que el mismo tipo de defectos espinales en las ranas y los pollos que los médicos cada vez más se está registrando en las comunidades donde los productos químicos agrícolas son ubicuos.

Este ácido, una forma de vitamina A, es fundamental para mantener cánceres bajo control y activación de la expresión genética, el proceso por el cual las células embrionarias se desarrollan en órganos y miembros.

"Si es posible reproducir esto en un laboratorio, sin duda lo que está sucediendo en el campo es mucho peor", dijo Carrasco. "Y si es mucho peor, y sospechamos que es, lo que tenemos que hacer es poner esto bajo una lupa."

Sus hallazgos, publicados en la revista Chemical Research in Toxicology en 2010, fueron refutadas por Monsanto, que dijo que los resultados "no son sorprendentes dado su metodología y los supuestos de exposición poco realistas."

Monsanto dijo en respuesta a las preguntas de AP que las pruebas de seguridad química sólo debe ser realizado en animales vivos, y que la inyección de embriones es "menos fiables y menos relevante para la evaluación de riesgos humanos."

"El glifosato es menos tóxico que el repelente se pone en la piel de sus hijos", dijo Pablo Vaquero, director de asuntos corporativos de Monsanto en Buenos Aires. "Dicho esto, tiene que haber un uso responsable y bien de estos productos porque de ninguna manera le ponga repelente en las bocas de los niños y no aplicador ambiental debe rociar los campos con un tractor o un plumero de la cosecha sin tener en cuenta el medio ambiente condiciones y amenazas que se derivan de la utilización del producto ".

En los campos, las advertencias son ampliamente ignoradas.

Durante tres años, Tomasi fue expuesto rutinariamente a los químicos mientras bombeaba plaguicidas en los tanques de cultivo-plumeros. Ahora está a punto de morir de polineuropatía, un trastorno neurológico debilitante, que ha dejado a lo desperdicia y se marchitó.

"Me preparé millones de litros de veneno sin ningún tipo de protección, ni guantes, máscaras o ropa especial", dijo. "Yo no sabía nada. Sólo me enteré más tarde de lo que me hizo a mí, después de contactar científicos ".

"El veneno viene en concentrados líquidos, en envases con un montón de precauciones a tomar cuando se aplica", explicó Tomasi. "Pero nadie toma precauciones."

Con la soja que venden por alrededor de $ 500 por tonelada, planta cultivadores donde pueden, a menudo sin tener en cuenta las directrices de Monsanto y la ley provincial mediante la pulverización sin previo aviso, e incluso en condiciones de viento.

En Entre Ríos, los maestros informaron que los aspersores que no respetaron los límites de 50 metros (55 yardas) en 18 escuelas, dousing 11 durante la clase. Cinco maestros presentaron denuncias contra la policía este año.




En este 01 de abril 2013 foto, Aixa Cano, 5, que tiene lunares peludos en todo el cuerpo que los médicos no pueden explicar, se sienta en un escalón frente a su casa en Avia Terai, en la provincia del Chaco, Argentina. Aunque es casi imposible de probar, los médicos dicen defecto de nacimiento de Aixa puede estar vinculado a los agroquímicos. En Chaco, los niños tienen cuatro veces más probabilidades de nacer con defectos congénitos devastadores desde la biotecnología expandido dramáticamente la agricultura en la Argentina. Productos químicos contaminan habitualmente hogares, aulas y el agua potable. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 02 de mayo 2013 foto, envases de agroquímicos vacíos, incluidos los productos Round Up de Monsanto yacían descartadas en un centro de reciclaje en Quimili, provincia de Santiago del Estero, Argentina. En lugar de una carga química ligera en Argentina, la pulverización de agroquímicos ha multiplicado por ocho, de 9 millones de galones en 1990 a 84000000 galones hoy. El glifosato, el ingrediente clave en los productos de Round Up de Monsanto, se utiliza más o menos ocho a diez veces más por hectárea que en los Estados Unidos. Sin embargo, Argentina no aplica las normas nacionales para los productos químicos agrícolas, dejando a la elaboración de normas a las provincias y la aplicación a los municipios. El resultado es una mezcolanza de regulaciones ampliamente ignoradas que dejan a la gente peligrosamente expuesta. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 01 de abril 2013, foto, Silvia Alvarez se inclina contra su casa de ladrillo rojo, manteniendo un ojo en su hijo, Ezequiel Moreno, que nació con hidrocefalia, en Gancedo, en la provincia del Chaco, Argentina. Alvarez culpa a la exposición continua a la fumigación de agroquímicos por dos abortos involuntarios y problemas de salud de su hijo. Chaco informes nacimiento provinciales muestran que los defectos congénitos se cuadruplicaron en la década después de los cultivos modificados genéticamente y sus productos agroquímicos relacionados llegaron. (AP Photo / Natacha Pisarenko)



En este 31 de marzo 2013, foto, Erika, la derecha, y su hermana gemela Macarena, que sufren de una enfermedad respiratoria crónica, de pie en el interior de su casa en Avia Terai, en la provincia del Chaco, Argentina. La madre de los gemelos, Claudia Sariski, cuya casa no tiene agua corriente, dice que ella no dejó que sus hijos beben de los envases de plaguicidas desechados que guarda en su patio polvoriento. Pero sus pollos hacer, y ella no tiene otra agua para lavar la ropa de la familia con. (AP Photo / Natacha Pisarenko)



En este 24 de septiembre 2013, de la foto, un tractor usado para agroquímicos pulverización se refleja en espejo lateral de un coche en una carretera en Paraná, en la provincia de Entre Ríos, Argentina. El glifosato representa dos tercios de todos los agroquímicos utilizados en Argentina, pero la resistencia a los pesticidas está obligando a los agricultores a mezclar en otras sustancias tóxicas como el 2,4, D, que el ejército estadounidense utiliza en...




En este 24 de septiembre 2013 de la foto, los estudiantes juegan al fútbol durante el recreo en una escuela rural cerca de Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, Argentina. Los maestros dicen que la finca que linda con el patio de su escuela ha sido rociado ilegalmente con pesticidas, incluso durante las horas de clase. En Entre Ríos, los maestros informaron que los aspersores que no respetaron la obligación legal de 50 reveses metros fuera 18 escuelas, y rociaron 11 de ellos mientras los estudiantes estaban en sesión. Ya cinco profesores han presentado denuncias contra la policía. (AP Photo / Natacha Pisarenko)


En este 16 de abril 2013, foto, habla activista Oscar Alfredo Di Vincensi en un teléfono celular dentro de su tienda de campaña durante su unipersonal huelga de hambre exigiendo que se aplican agrotóxicos no se permitirá dentro de 1000 metros de las casas, en la plaza principal de Alberti, en provincia de Buenos Aires, Argentina. A principios de este año, Di Vincensi era en un campo agitando una orden judicial que prohíba la pulverización dentro de 1.000 metros de las viviendas en su ciudad de Alberti; un tractorista le rociaron con pesticidas. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 25 de septiembre 2013, de la foto, el ganado es acorralados cerca de la ciudad de Berabevu, en la provincia de Santa Fe, Argentina. Como ganaderos argentinos vuelven a la soja más alta de lucro, ganado anteriormente alimentados con pasto son engordados con maíz y harina de soja en corrales de engorde. Toda la cosecha de soja de Argentina y casi todo su maíz se han convertido genéticamente modificado en los 17 años desde que Monsanto Company, con sede en St. Louis prometió grandes rendimientos con menos pesticidas usando sus semillas y productos químicos patentados. El cultivo de soja solo se ha triplicado a 47 millones de hectáreas, la transformación de una nación, una vez conocida por su ganado alimentado con pasto en el tercer mayor productor mundial de soja. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 31 de marzo 2013, foto, Erika, izquierda, y su hermana gemela Macarena, que sufren de una enfermedad respiratoria crónica, jugar en su patio trasero cerca de envases de agroquímicos reciclados llenos de agua que se utiliza para el lavado de su aseo, la alimentación de sus pollos y lavado sus ropas, cerca de la localidad de Avia Terai, en la provincia del Chaco, Argentina. La madre de los gemelos, Claudia Sariski, cuya casa no tiene agua corriente, dice que ella no dejó que sus hijos beben el agua de los envases de plaguicidas desechados. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 31 de marzo 2013, foto, Camila Verón, 2, nacido con problemas múltiples de órganos y discapacidad grave, se encuentra fuera de su casa en Avia Terai, en la provincia del Chaco, Argentina. Los médicos dijeron a la madre de Camila, Silvia Achaval que los productos agroquímicos pueden ser los culpables. Es casi imposible demostrar que la exposición a una sustancia química específica causó cáncer o defectos de nacimiento de una persona, pero los médicos dicen que estos casos merecen una investigación gubernamental rigurosa. "Me dijeron que el agua hizo que esto sucediera, ya que rocían mucho veneno aquí", dijo Achaval. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 08 de julio 2013 de la foto, el Dr. Andrés Carrasco, un biólogo molecular de la Universidad de Buenos Aires, hace una pausa durante una entrevista en Buenos Aires, Argentina. Carrasco encontró que la inyección de dosis muy bajas de glifosato, un herbicida, en embriones puede cambiar los niveles de ácido retinoico, haciendo que el mismo tipo de defectos espinales en las ranas y los pollos que los médicos están registrando cada vez más en las comunidades donde los productos químicos agrícolas son ubicuos. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 23 de septiembre 2013, de la foto, los envases de plaguicidas vacíos listos para su reciclaje se recogen dentro de un recinto por la asociación empresarial agrícola en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, Argentina. Ampliamente ignorados directrices ministro de Salud argentino recomiendan perforar los envases vacíos para evitar su reutilización por los residentes. La asociación dice que los contenedores se recicla en un tubo de plástico. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 03 de mayo 2013, de la foto, estudiantes de pie fuera de su escuela rural en Pozo del Toba, en la provincia de Santiago del Estero, Argentina. La mayoría de las provincias argentinas limitan lo cerca fumigación se puede hacer en las zonas pobladas, con retrocesos que van desde un mínimo de 50 metros a tanto como varios kilómetros. Pero The Associated Press encontró muchos casos de la soja plantada tan sólo unos metros de las casas y las escuelas, y los productos químicos mezclados y cargados en tractores dentro de barrios residenciales. (AP Photo / Natacha Pisarenko)




En este 03 de mayo 2013, de la foto, los estudiantes montan una moto junto a un campo de maíz biotecnológico en su camino a la escuela en Pozo del Toba, provincia de Santiago del Estero, Argentina. Estadounidense de biotecnología se ha convertido a la Argentina en una potencia materias primas, pero los productos químicos necesarios no se limitan a los campos, contaminar rutinariamente hogares, aulas y el agua potable. Ahora, un coro creciente de médicos y científicos está advirtiendo que la fumigación no controlada podría ser la causa de los problemas de salud a aparecer en los hospitales de la nación sudamericana. (AP Photo / Natacha Pisarenko)





En este 26 de septiembre 2013, foto, Sofía Gatica participa en una protesta para bloquear los camiones entren en el sitio donde Monsanto Company es la construcción de su mayor planta de producción de semilla de América Latina, en la localidad de Malvinas Argentinas, en la provincia de Córdoba, Argentina. Toda la cosecha de soja del país y casi todo su maíz y el algodón se han convertido genéticamente modificado en los 17 años desde que la compañía con sede en St. Louis prometió mayores rendimientos. Fumigación de agroquímicos ha multiplicado por ocho. Después de recién nacido de Gatica murió de insuficiencia renal, presentó una denuncia en la provincia de Córdoba que llevó el año pasado a primera condenas penales de Argentina para proyectar en ilegal. (AP Photo / Natacha Pisarenko)



En este 16 de abril 2013 fotos, soja listos para la cosecha están bañadas en luz de la tarde cerca de Rawson, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Estadounidense de biotecnología se ha convertido a la Argentina en el tercer productor mundial de soja, pero los productos químicos que impulsan el auge no se limitan a la soja y el algodón y los campos de maíz. Contaminan rutinariamente hogares y aulas y el agua potable. Un coro creciente de médicos y científicos advierte que su uso no controlado podría ser responsable de la creciente número de problemas de salud a aparecer en los hospitales de la nación sudamericana. (AP Photo / Natacha Pisarenko)





En este 09 de marzo 2013, de la foto, los residentes se reúnen para hablar con el Dr. Damian Verzeñassi sobre los problemas de salud que tengan acerca de agroquímicos en la plaza principal de Alvear, en la provincia de Santa Fe, Argentina. En el corazón del negocio de la soja de Argentina, de casa en casa encuestas de 65.000 personas en las comunidades agrícolas encontraron tasas de cáncer de dos a cuatro veces mayor que el promedio nacional, así como mayores tasas de hipotiroidismo y enfermedades respiratorias crónicas. (AP Photo / Natacha Pisarenko) 


6 de octubre de 2017

SALTA: Tensa calma se vive en tierras de El Gólgota y El Toro


2 DE OCTUBRE 2017 - La posesión de tierras desune a puesteros y enfrenta a la empresa con la Iglesia. Pero el verdadero problema es el agua. Sin ella no hay posibilidades para nadie.

Jaime Barrera

Un sector de cerros y aguadas entre El Gólgota y El Toro. Agencia

En plena Quebrada del Toro el clima sigue enrarecido. Es un caldo de cultivo de la desunión e intereses que dilatan la solución a la intranquila parsimonia de este bello lugar enclavado al oeste de la provincia, en pleno departamento Rosario de Lerma, en la jurisdicción de la comuna de Campo Quijano.

Desde que Foxter SA tiene nuevos dueños, hay demandas de desalojo para alrededor de ocho puesteros.

Surgen denuncias de amenazas de ambos lados, pero también en esta historia aparecen puesteros manifestando su beneplácito por el acuerdo alcanzado con la empresa que les permitirá trabajar sus parcelas en comodato por 40 años.

La Iglesia Católica pide el diálogo y el perdón, aunque recalca: "Siempre apoyaremos al más débil".

La empresa arguye su posesión legítima de todas estas tierras, que quieren el bienestar de los habitantes, reconocen que "hay puesteros con quienes no se puede dialogar, que no son originarios y llegan a ser violentos al momento de tratar de comunicarse con ellos".

Entre el tire y afloje de un lado y del otro, la realidad muestra otro panorama del que nadie habla. Son necesidades elementales para subsistir al corto plazo. Ellas son la falta de agua y la escasa mano de obra local. En la actualidad estas comunidades están amenazadas con desaparecer si no se remedia este grave problema.

En la inmensa finca El Gólgota con sus alrededor de 80 mil hectáreas, el agua es escasa. Son miles de tierras sin una gota del líquido que da vida al hombre y a la naturaleza. El terreno sedimentado absorbe con facilidad el pequeña caudal de un manantial natural que brota desde los cerros cercanos.

Ahora se suma otro problema. En la actualidad los puesteros sufren por la escasa mano de obra existente en la zona. La razón es conocida: los planes sociales.

Son 160 mil hectáreas entre esta finca y la ubicada en el paraje El Toro. Son tierras propias de la precordillera salteña, agreste, árida y muy sufrida. Se estima que allí viven alrededor de 120 puesteros dispersos en tanta soledad.

De la mayoría de los consultados lugareños que viven y producen en estas extensiones, sus edades oscilan entre los 40 y los 80 años. No hay jóvenes que trabajen estas tierras. Según la empresa Foxter apenas 300 hectáreas son utilizables para el cultivo.

"Con algunos puesteros estamos trabajando para mejorar las acequias que cruzan las tierras productivas. Hay gente que ha entendido la situación y nos pide ayuda, pero hay otros que anteponen su identidad originaria como excusa de usurpar tierras. Se meten en la tierras productivas" comentó a El Tribuno el ingeniero agrónomo Facundo Robles, gerente de agronegocios de Foxter SA.

Cerca de la casona utilizada como base de la administración de Finca El Gólgota, a metros del puesto de control de Gendarmería en la ruta nacional 51, un lugareño de profesión agente sanitario, usurpó un campo de una hectárea a razón de ser originario.

"Así como este caso, hay otros, que a metros de la administración y donde tenemos las tierras utilizables para el cultivo se nos metió otro lugareño de Incahuasi en 5 hectáreas. Estas situaciones las hemos judicializado, pero hay otras personas con quienes se llegó a un acuerdo para seguir trabajando sus tierras. Entre todos podemos ayudarnos para mejorar esos campos con la llegada de agua permanentemente. La falta de agua es el gran problema en toda esta región", aseguró.

Lugareños divididos y otros avivados

“Tierra sin agua no es productiva”, dice Livorio Erazo. Con sus 77 años sigue como arrendatario en la zona de Lampasar de 5 hectáreas.

“Yo trabajo acá hace muchos años y siempre arrendé a esta gente (Foxter y su anteriores dueños). Nunca tuve problemas. Espero que me ayuden porque debo trabajar solo, los changos no quieren trabajar ahora. Esos planes sociales nos jodieron la vida a los puesteros”.

Sobre la casona, el equipo periodístico de El Tribuno se encuentra con Teofilo Mamaní. Supo ser presidente de la comunidad originaria de El Golgota y hoy trabaja para Foxter y por aparte consiguió un comodato para seguir explotando unas tierras cercanas a la administración en donde vive con su familia. “Acá hay gente con necesidad y otras avivadas que se hacen pasar por originarios, pero viven en Salta o Quijano. Esta empresa dijo que nos puede ayudar, pero algunos se molestaron porque dicen que nos van a correr a todos. Hay que vivir el día a día en esta zona. La gente debe elegir por su conveniencia”.


Iglesia

“Debemos unir a la comunidad por medio del diálogo y el amor, no sembrando temor en la gente de esta zona que son sumisos y dóciles. Hay casos en donde se sacará a la gente porque no firmaron el comodato por las tierras. Hay gente que vive en estas tierras de generación en generación. No sé si son originarios, pero también tienen un derecho adquirido”, sostuvo el padre Walter Medina del Centro Eclesial de Alfarcito.

3 de octubre de 2017

Anomalías Congénitas y abortos espontáneos asociados a exposición ambiental a glifosato en un pueblo agrícola argentino.

Anomalías Congénitas y abortos espontáneos asociados a exposición ambiental a glifosato en un pueblo agrícola argentino.
25 septiembre, 2017

Investigación presentada en el 38º Congreso Argentino de Pediatria de la Sociedad Argentina de Pediatría sobre el impacto de la contaminación con glifosato sobre la salud reproductiva humana.


Introducción: Argentina utiliza anualmente 240.000 toneladas de glifosato en sus cultivos transgénicos resistentes a glifosato y un cambio en el perfil de morbilidad y mortalidad es percibido en las áreas agrícolas, trastornos reproductivos como abortos y anomalías congénitas parecen prevalecer ahora. Monte Maíz es un típico pueblo agrícola, el Intendente en 2014 nos requirió un estudio de salud ambiental debido a que apreciaban un aumento en las frecuencias de esos trastornos.

Objetivo: Evaluar frecuencias de anomalías congénitas y abortos inexplicables y analizar contaminación ambiental para desarrollar hipótesis de causalidad.

Materiales y Métodos: Un estudio ecológico exploratorio fue

desarrollado para evaluar la contaminación ambiental urbana y las frecuencias y distribución de malformados y abortos, utilizando un análisis de la distribución de fuentes de contaminación que incluía mediciones de pesticidas en matrices ambientales, junto a un estudio trasversal de prevalencias de malformados y abortos que exploró asociaciones con diferentes variables.













Resultados: Glifosato fue detectado en suelo y polvillo de granos, sus 

concentraciones fueron más elevadas en el interior del pueblo que en el área rural. 975 toneladas de plaguicidas son utilizadas en la región, 650 de ellas son glifosato y se manipulan dentro del pueblo. No hallamos otras relevantes fuentes de contaminación.

Carga de glifosato por persona y por año
Cantidad de glifosato que se aplica en Monte Maíz 650.000 litros por año
Carga de exposición a glifosato en Monte Maíz 80 litros por persona por año
Cantidad de glifosato que se aplica en Argentina 290.000.000 litros por año
Carga de exposición a glifosato en Monte Maíz 7 litros por persona por año


853 niños nacieron en los últimos 10 años, 25 de ellos nacieron con anomalías congénitas, una tasa de prevalencia de 2,93%, que no incluye los niños malformados que murieron en este lapso (estimado en 12 casos, tasa presunta de 4,33%). RENAC informa en Argentina 1,4% anomalías en 2013, entre dos y tres veces mayor que Monte Maíz.

Ocurrieron 98 abortos en últimos 5 años entre 981 mujeres en edad reproductiva, 62 de ellas tuvieron solamente un evento, 15 sufrieron dos y 2 de ellas tuvieron tres abortos, significando una tasa de abortos no intencionales de 9,98 por 100 mujeres en edad reproductiva, el Ministerio de Salud nacional la estima en 3%, tres veces más baja.

Conclusiones: Este estudio corrobora la concurrencia de alta exposición a glifosato y trastornos reproductivos, muchos estudios demuestran genotoxicidad generada por glifosato y otros plaguicidas dando plausibilidad biológica a nuestros hallazgos. Otros diseños de estudios son requeridos para clarificar causalidad, pero se debe proteger la salud reproductiva de la población en forma precautoria.










FUENTE: 

2 de octubre de 2017

“Los argentinos están muy intoxicados por el glifosato”



Marie Monique Robin, la autora del documental “El mundo según Monsanto” está trabajando en un nuevo film de investigación sobre los efectos nocivos del glifosato, el herbicida con el que se riegan millones de hectáreas de campos argentinos.

Marie-Monique Robin está vinculada con la Argentina desde hace muchos años. Esta periodista de investigación, cineasta y escritora francesa, nacida en 1960, es la autora del libro y el documental Escuadrones de la Muerte, la Escuela Francesa (2003), que comprobó que los métodos empleados por los militares argentinos durante la dictadura 1976-1983 se basaron en técnicas que las Fuerzas Armadas francesas aplicaron en Argelia. Robin llegó hace unas semanas nuevamente invitada por el Festival Internacional de Cine Ambiental (Finca), organizado por el Instituto Multimedia DerHumALC, y estuvo presentando una retrospectiva de sus trabajos audiovisuales más importantes vinculados con el medio ambiente, entre los que sobresale “El mundo según Monsanto”, que generó una bisagra en la concientización de la gente respecto al daño que causan a los seres humanos y a los animales los agroquímicos empleados por empresas multinacionales. El tercer motivo por el que Marie-Monique Robin está en la Argentina es que está filmando un documental y escribiendo un libro de investigación –ambos sin título por ahora– sobre los efectos nocivos del glifosato, el herbicida más famoso con el que se riegan millones de hectáreas de campos argentinos y que provoca severos efectos nocivos para la salud.

“El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo, sobre el cual hay una gran polémica en este momento, después de que el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer que depende de la OMS clasificó al glifosato como cancerígeno probable”, cuenta Robin en diálogo con Página/12. Y amplía: “Aquí se utilizan también genéricos porque la patente que tiene Monsanto cayó en 2000 y, entonces, ahora hay otros que hacen herbicidas basados en glifosato”.

La periodista y cineasta comenta que hay muchos estudios que demuestran que el glifosato produce cáncer en los animales. “Cuando eso sucede, sabemos que produce cáncer en los humanos también. Hay una gran polémica porque el glifosato es el herbicida más utilizado del mundo y está muy ligado a los transgénicos, los organismos genéticamente modificados, como es el caso de la soja en la Argentina”, afirma Robin. Y brinda un dato contundente: “Hay 21 millones de hectáreas de soja transgénica fumigadas con glifosato”. Cada diez años, en Europa y Estados Unidos se realiza un estudio a través del cual los productores de herbicidas tienen que volver a pedir la autorización de comercialización. “Eso estaba previsto para 2015 en Estados Unidos y Europa. Normalmente es un proceso automático por el que miran un poquito y mantienen las cosas, pero en este caso no ha sido posible porque hay muchos estudios de científicos independientes que demuestran que el glifosato es altamente tóxico y muy peligroso para la salud y el medio ambiente. Hay mucha presión para autorizarlos y tampoco han dicho que lo van a prohibir. No dicen ni que sí ni que no”, explica Robin.

–¿Eso implica un cambio?

–Es muy interesante porque eso significa que por primera vez hay un debate muy fuerte. El problema es que, con respecto al glifosato que se utiliza aquí, los datos son totalmente increíbles: según un informe de 2012 (que es el último que se tiene) se calculó que por el consumo que se da en la Argentina son 300 millones de litros de glifosato en todo el país. Eso significa que son 5 litros para cada argentino por año. Es la mayor tasa del mundo. Los argentinos están totalmente intoxicados por el glifosato. Estuve en Estados Unidos para entrevistar a los científicos que trabajan sobre esto. Pero aquí también hay muy buenos científicos. Dentro de los mil estudios que revisó el CIIC de la OMS fueron seleccionados veinte argentinos. Y los entrevisté. Uno de ellos fue Andrés Carrasco, que ya murió y que fue víctima de una campaña de difamación aquí, pero que es considerado afuera como uno de los grandes científicos argentinos. El contribuyó largamente a entender cómo el glifosato provoca malformaciones congénitas con un modelo con anfibios. Por otra parte, la semana pasada estuve en Chicago filmando una conferencia sobre el autismo. Y algunos científicos han hecho una relación entre la exposición al glifosato y el autismo.

–¿Por qué cree que en la Argentina se produce esta situación?

–En el libro El mundo según Monsanto escribí sobre cómo fue posible aquí, menciono la crisis del 2001 y antes de esto Monsanto quería difundir la soja transgénica. En el 96 empezó en Estados Unidos, después quisieron venir a América latina. En principio, la idea era Brasil pero no pudieron porque allí dijeron: “No, necesitamos una ley que no hay”. Entonces, Monsanto vino a la Argentina en la época del presidente Menem que… Bueno, ¿entiende lo que quiero decir? Los transgénicos llegaron aquí sin que nadie se diera cuenta. Hubo una crisis en Europa por las harinas de animales que se prohibieron y, entonces, se buscaron proteínas vegetales. La Argentina se lanzó hacia esto y fue muy apoyada con lo de la soja transgénica. Recuerdo que en 2005 vine por estos temas (ya había venido antes por la película sobre la dictadura) e hice un documental titulado Argentina, la soja del hambre. Me acuerdo que había entrevistado al agrónomo Walter Pengüe, que era uno de los pocos que decía: “Esto va a ser un problema”. Hablaba de la resistencia de las malezas. Cuando usas siempre glifosato, que es un herbicida muy fuerte, las malezas se adaptan. Y ya en 2005, siete años después de la introducción de los transgénicos acá, me había entrevistado con Pengüe y también con un productor de soja. Me dijeron que se había empezado con los transgénicos con un litro de glifosato por hectárea y en 2005 eran tres porque ya las malezas se habían adaptado. Hoy en día, ¿sabe cuánto? La semana pasada un productor de Entre Ríos me dijo que se utilizan ocho litros por hectárea. Y Pengüe me comentó el otro día que, a veces, son hasta doce litros por hectárea.

–¿Cambió algo desde que estrenó el documental El mundo según Monsanto o todo sigue igual o peor?

–El otro día vino el yerno de Andrés Carrasco. Tenía mi libro, que fue traducido a 22 idiomas. Me pidió si le podía hacer una dedicatoria para la hija de Andrés, porque ese era el libro de Andrés. Me comentó que Andrés le había dicho que el libro le había provocado un click. Cuento esto porque a mucha gente tanto mi documental como el libro El mundo según Monsanto les provocó lo mismo. Pero no cambió nada: cuando vine en 2005 había 16 millones de hectáreas sembradas con soja y fumigadas con glifosato. Hoy en día son 21 millones, pero la concientización de la gente sí se incrementó: de los científicos, de los abogados y de los ciudadanos.

–¿No cree que parte de la ciencia puede estar al servicio de las grandes corporaciones y del poder político?

–En la Argentina, con el dato que comenté de los veinte estudios, es un número importante. Se nota que todo viene de la universidad pública, que hace un gran trabajo porque no tiene ningún interés financiero en los resultados de los estudios, que es el problema con los laboratorios privados que son pagados por la industria. Se ve que hay conflictos de intereses y hasta corrupción. Un epidemiólogo estadounidense me contó que la ciencia que trabaja para la industra privada no publica los estudios porque no quiere que se revisen los datos. Esa es una ciencia prostituida. Y es un gran problema actualmente.

–¿Qué la impulsa a hacer estos documentales de denuncia y de advertencia sobre las problemáticas que se generan en el medio ambiente? ¿Se siente sola en esta batalla?

–No hay muchos periodistas de investigación que hagan esto. Pero me motiva mucho. El impacto del documental El mundo según Monsanto es increíble porque sirvió de verdad a mucha gente, incluyendo políticos: por ejemplo, lo presenté en el Parlamento de París, en el Europeo, en el de Canadá, Japón, también en los de Paraguay y Brasil. El impacto es muy grande y muchas personas de países diferentes me dicen: “Gracias a ese documental o al libro entendí lo que es un transgénico”, porque muchas veces no se sabe. También tengo mucho apoyo. Entonces, me motiva mucho.

–¿Sus documentales apuntan a generar modificaciones en las corporaciones o a que la gente común se entere de quienes ponen en riesgo la vida de la población mundial?

–Soy periodista de investigación y trabajo en lo que hay que investigar. El tema del modelo agroindustrial lo conozco muy bien porque llevo años en esto. Además, soy hija de agricultores. Entonces conozco la agricultura desde adentro.

–Pero su gran objetivo sería que haya una modificación a nivel de las corporaciones, ¿no?

–Sería bueno que los directivos de las multinacionales se dieran cuenta de los daños que están causando. Por eso, con distintas personalidades de la sociedad civil internacional, como el profesor Olivier de Schutter, que fue relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, y es un eminente jurista lanzamos una iniciativa: el Tribunal Internacional Monsanto que va a tener lugar en La Haya en octubre de 2016. Yo soy la madrina de ese tribunal.

–¿Cuál es el objetivo?

–En La Haya es simbólico porque está la Corte Penal Internacional. También Monsanto porque es una multinacional típica. Es un ejemplo perfecto de cómo se puede destruir a los ecosistemas y lo que el Papa Francisco llama “la casa común”. Nosotros vimos que si eres una víctima de Monsanto y quieres hacerle un juicio porque tienes un cáncer (la OMS señaló que hay una relación entre un tipo de cáncer y el glifosato), lo que queda es pedir dinero para tener una indemnización por los daños que has sufrido. Nosotros decimos que eso no es suficiente porque hay que mandar a la cárcel a los directivos. En el tribunal habrá jueces de fama internacional que aceptaron participar en él con víctimas, abogados, etcétera. La primera meta es evaluar los daños causados por Monsanto con distintos productos. Y una indeminización que va a ser simbólica porque somos nosotros los que hemos creado el tribunal. Pero va a ser un verdadero tribunal, aunque lo hayamos creado nosotros. El procedimiento será normal. La segunda meta es que los jueces hagan recomendaciones a la Corte Penal Internacional para que se conozca una nueva figura penal: el ecocidio (crimen contra el ecosistema), que no existe todavía. Hoy en día, la Corte Penal Internacional conoce cuatro crímenes: el genocidio, el crimen de lesa humanidad, el delito de agresión y el delito de guerra. Nosotros decimos que actualmente hay numerosos problemas con los ecosistemas, como dice el Papa Francisco: contaminaciones de todo tipo, destrucción de esos ecosistemas, cambio climático. Para todo eso necesitamos un nuevo instrumento legal que permita mandar a la cárcel, una vez comprobado, a los directivos de las multinacionales o sus aliados que son responsables de esas destrucciones. Si hay una acción civil para pedir dinero no les importa nada porque pagan y siguen. Es muy única esta iniciativa y la estamos preparando.

Fuente: Página 12 

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