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Contra los monocultivos y minería contaminantes y a favor de la Soberanía Alimentaria y de un Proyecto Nacional Sustentable

24 de agosto de 2011

El riesgo de consumir transgénicos (Parte II)




Argentina - Investigación especial “El riesgo de consumir transgénicos” por Alicia Vega paraBahianoticias.com. Cada vez es más recurrente el término “alimentos transgénicos”; sin embargo, y pese a que ya son parte de nuestros menús cotidianos, no sabemos mucho de ellos, por lo que a continuación les explicaré qué son para que usted saque sus propias conclusiones. Empecemos por el principio. Gen es la unidad básica de la que se forman los seres vivos y el cual almacena las características que los definen como tal. Entonces, ¿qué son exactamente los alimentos transgénicos? Se trata de aquellos a los que se les ha hecho una transferencia genética de otra especie, sobre todo en vegetales como tomates, manzanas, maíz, arroz o soja, incluso comestibles más elaborados, como harina, aceite, jarabes, salsas y cereales, de manera que éstos sean más resistentes a plagas o que tengan mayor valor nutricional.
Lo anterior es posible gracias a los avances en el conocimiento del material genético de cada especie así como a la aplicación de los recientes adelantos en informática, conjunción que tiene como fin cubrir adecuadamente las necesidades de alimentación en el mundo.
Un Organismo Modificado Genéticamente (OMG) es un organismo vivo que ha sido creado artificialmente manipulando sus genes. La diferencia fundamental con las técnicas tradicionales de mejora genética es que la ingeniería genética permite franquear las barreras existentes entre las especies para así crear seres vivos nuevos que no existían anteriormente en la naturaleza.
La contaminación genética supone un grave riesgo para la biodiversidad y tiene efectos irreversibles e imprevisibles sobre los ecosistemas como potenciación de la utilización de plaguicidas, desarrollo de resistencias en insectos y “malas hierbas”, transferencia de genes a otras variedades o especies.
Además, los posibles riesgos sanitarios a largo plazo de los OMG, presentes en nuestra alimentación o la de los animales de los que nos alimentamos, no están siendo evaluados y siguen siendo desconocidos (posibles riesgo de alergias, aumento de resistencias a antibióticos, etc.) incumpliendo el principio de precaución, que debería frenar la utilización de estos productos hasta que no se conocieran los efectos en el ser humano y en el medio ambiente, y se dejara de “experimentar” con los consumidores.
Los productos transgénicos han estado en el mercado por más de una década, no obstante que aún no se sabe a ciencia cierta si son seguros para los seres humanos.El mundo científico no está en condiciones de afirmar en forma definitiva que estos alimentos son absolutamente inocuos para el consumo humano.
Todos los alimentos pueden ser causantes de distintas enfermedades y males desde reacciones leves hasta aquellas que amenazan la vida, pero ¿cómo sabemos si proteínas y otros materiales que pueden no ser nocivos para nuestra salud, reaccionarían cuando son transferidos a estructuras genéticas de otras especies?.
Sin esta evidencia, no podemos tener la certeza de que la transferencia de genes desde un alimento a otro no incrementará el potencial de reacciones negativas de nuestros organismos. Esta es sólo una de las inquietudes en el ámbito de la salud que nos planteamos al sumergirnos en la información sobre los transgénicos.
Existe evidencia de que los genes marcadores de resistencia a antibióticos de plantas transgénicas pasan a otras especies de microorganismos como hongos y bacterias del suelo. Esto les permite propagarse, recombinarse con otros genes y crear nuevos agentes patógenos.
Las cepas mutiladas y virus de laboratorio sobreviven y al ser liberadas al medio ambiente pueden quedar latentes, reaparecer y adquirir genes de otras bacterias, aumentando por tanto las enfermedades y resistencia antibióticos, generando nuevos patógenos. Foto: Protesta contra Nestle por su política de venta de alimentos transgénicos para comida de guguas en ASIA en el año 2002.
Los OGM pueden causar resistencia a antibióticos a los que los ingieren, esta resistencia puede provenir en la incorporación de bacterias vía tracto digestivo en los seres humanos o animales.
Este es el peligro más inmediato, ya que podría comprometer el tratamiento de enfermedades con riesgo de muerte. La creación de alergias es otro riesgo importante, ya que podría provenir de la existencia de proteínas extrañas a los alimentos, con la consecuente aparición de toxinas y genes alergénicos. A través de la ingeniería genética las propiedades alergénicas de algunos alimentos están siendo transferidas a otros. Algunos alimentos comunes podrían convertirse en alimentos metabólicamente peligrosos.
Por otro lado, la introducción de nuevas proteínas a los alimentos pueden aumentar la potencia de algunas sustancias tóxicas que ya existen en los alimentos. Otras sustancias del cuerpo que protegen contra el cáncer podrían verse disminuídas.
Debemos decirlo sin rodeos:es increíble que haya en el mercado tantos productos transgénicos consumiéndose alegremente cuando su seguridad nunca ha sido suficientemente estudiada. Y lo que es más grave: nadie parece estar dispuesto a retirarlos a pesar de que cada vez hay más científicos y expertos -cuyas voces intentan silenciarse como sea- que manifiestan tener muchas dudas sobre su inocuidad cuando no avisan abiertamente de su peligro.
El gobierno argentino ha promovido la ingeniería genética en forma tal que se ha convertido en el segundo productor mundial de organismos vegetales genéticamente manipulados. Muchos alimentos contienen ingredientes modificados genéticamente.
Se calcula que el 60% de los alimentos procesados contienen soja y durante la última cosecha este cultivo cubrió el 90% de la producción total con transgénicos con lo que es altísima la probabilidad de estar consumiendo, sin saberlo, soja transgénica. Con respecto al maíz transgénico, la superficie cultivada alcanza un 20% del área sembrada, según estadísticas oficiales. Otro cultivo transgénico, de menor difusión, es el algodón resistente a plagas.
Quienes consumen transgénicos son privados ilegítimamente de su derecho a elegir si quieren o no correr el riesgo de contraer alergias o resistencia a antibióticos. Estos dos últimos riesgos son los más discutidos actualmente por la comunidad científica, sin que hasta el momento exista un fuerte consenso en una u otra dirección.
En la Argentina, los supermercados y las autoridades gubernamentales no han reparado en ello, y hasta la fecha los consumidores no pueden identificar entre la comida producida mediante la agricultura tradicional o la que se origina en los laboratorios de la ingeniería genética.
¿Cómo se pueden identificar los alimentos genéticamente manipulados?
LAS ETIQUETAS DE LOS ALIMENTOS EVITAN DECIR SI CONTIENEN INGREDIENTES TRANSGÉNICOS
Es difícil identificarlos. Los consumidores argentinos, a diferencia de los europeos y japoneses, no pueden elegir lo que comen porque no existe un etiquetado en los productos que advierta si en sus ingredientes o procesados contienen, o no, organismos genéticamente manipulados. Foto: Protesta contra los cultivos transgénicos- México 2007 – EFE
El Gobierno no ha previsto ninguna ley que regule este tipo de tráfico de genes en nuestra comida, y ni siquiera le ha dado a los ciudadanos la posibilidad de estar advertidos de ello. Y pese a los reclamos de los consumidores y Greenpeace, las autoridades argentinas siguen dándole la espalda al reclamo de la gente de saber qué es lo que se lleva a la boca. Las empresas, hoy por hoy, no están obligadas a etiquetar.
Hoy, en la Argentina, consumir algún alimento que contenga ingredientes con soja, es exponerse a un alto riesgo de introducir en nuestros cuerpos organismos concebidos por la ingeniería genética. Distintas oficinas de Greenpeace en todo el mundo han confirmado en varios test de laboratorios científicos la presencia de soja o maíz transgénicos en los alimentos de consumo masivo. En la Argentina no existen mecanismos para detectarlos o advertirlos en la comida que se consume diariamente.
DERECHO A LA INFORMACIÓN
Los consumidores tienen derecho a una mayor protección e información… En primer lugar exigimos a las autoridades que se encargan de ejercer los mecanismos de control que realicen su trabajo sin ceder ante los imperativos comerciales y políticos…. que los productores adopten una política de transparencia de cara a los consumidores y que faciliten el acceso a la información que manejan sobre sus experimentos, aplicaciones, controles, etc.” ( del Consumidor, Adelco, Buenos Aires).
LA PRESIÓN DE LA INDUSTRIA BIOTECNOLÓGICA EN LA ARGENTINA
En 1996, luego de una serie de presiones de los funcionarios de la Secretaría de Agricultura de los Estados Unidos, la empresa norteamericana Monsanto logró que el gobierno argentino aprobara para la comercialización masiva en el país una semilla de soja mutante que podía resistir un poderoso herbicidade su propia marca. Ya en 1991 la corporación había liberado estas semillas en la Argentina para experimentación, comenzando así una ambiciosa política de las empresas biotecnológicas por el manejo de los genes en los seres vivos.
Así, desde 1996, Monsanto ofreció este cultivo manipulado para que los productores puedan utilizar cantidades superiores de su herbicida sin dañar demasiado al cultivo y de esta manera multiplicar sus ventas. En la Argentina la soja transgénica fue aprobada por resolución de la Secretaría de Agricultura.
Sin embargo, el principal organismo de control sobre la calidad alimentaria del Estado argentino, el SENASA (Sevicio Nacional de Calidad Agroalimentaria) no emitió dictamen y la soja transgénica se aprobó igual. Foto:Manifestación por las consecuencias de los agrotóxicos en la salud de los niños.
Las advertencias de Greenpeace y de otros expertos en esa época, sobre eventuales efectos adversos en la salud humana y en el ambiente, no fueron tomadas en cuenta y la Argentina inició una carrera desenfrenada por la promoción de esta clase de vegetales, aprobando además de la soja transgénica, dos variedades de maíz resistente a plagas (de las empresas Novartis y Aventis) y una variedad de algodón también resistente a plagas, perteneciente también a Monsanto.
DESINTERÉS GUBERNAMENTAL Y DESINFORMACIÓN
En esa época, el gobierno argentino argumentaba que había aprobado la soja y el maíz genéticamente manipulados basándose en las aprobaciones sanitarias y ambientales de las autoridades estadounidenses a esas semillas patentadas por las empresas biotecnológicas en ese país.
Sin embargo, documentos recientes revelan que la Food and Drug Administration (Administración de Alimentos y Medicinas) de los Estados Unidos, ignoró las advertencias procedentes de sus propios científicos, acerca de la seguridad en el consumo de estos organismos.
Misteriosamente, hasta el momento, el escándalo que produjo esta revelación en Washington, parece todavía no alertar a las autoridades nacionales. La población jamás fue informada sobre la medida. La sociedad nunca fue llamada a participar si deseaba esta clase de alimentos mutados en sus mesas. Las empresas y las autoridades gubernamentales decidieron la introducción de esos genes sin ningún mecanismo de consulta previa.
Aún hoy, el desconocimiento es generalizado. Y la gente come transgénicos sin saberlo. El cultivo de la soja transgénica creció en la Argentina a niveles tales, que en tan sólo cuatro años acaparó más del 90% de la superficie total cultivada, dejando a Monsanto millonarias ganancias, y a los campos argentinos totalmente dependientes de su herbicida… sin contar con la no muy lejana posibilidad de que el país deje de ser el “granero del mundo” por el temor de los consumidores europeos, quienes se resisten cada vez más a comprar la soja de Monsanto. Leer: Argentina: La República de la Soja
Ahora, mes a mes, vivimos en Argentina la emergencia de un nuevo problema socioambiental debido a la invasión territorial producida por la imposición del monocultivo de soja transgénica de mano de Monsanto y de un puñado de terratenientes y asociaciones empresariales de siembra.
Todo esto viene de la mano de la instalación de una visión fragmentada de los problemas en que se ocultan las causas profundas de los mismos para analizarlos o mostrarlos, muchas veces de manera sensacionalista, pero siempre aislados y producidos casi como “fenómenos naturales”. Foto: activista del grupo Bharatiya Kisan, uno de los sindicatos de agricultores y granjeros indios, en una manifestación de protesta en Nueva Delhi en el año 2009. Leer: Miles de campesinos indios se suicidan tras utilizar cultivos genéticamente modificados
Después de trece años de expansión del cultivo de la soja transgénica en Argentina las consecuencias socioambientales son una verdadera catástrofe.
Es indudable que los sorprendentes avances de la tecnología cada día ofrecen más soluciones a los retos que la humanidad enfrentará en un futuro; lo que sí debemos pensar es hasta qué punto modificaremos el rumbo de lo que la naturaleza ha establecido desde hace miles de años a cambio de los beneficios que pueda generar. 
Si estos procesos se realizan de una forma segura se dará un gran paso en el desarrollo humano, pero se debe tomar en cuenta la forma en que este tipo de alimentos afectarán ciclos vitales y hasta qué punto el hombre los puede consumir sin ninguna consecuencia sin lamentar.
La clonación vegetal, ha sido creada y desarrollada por la necesidad de tener mejores alimentos, de mejor calidad y a un precio mas bajo; pero no todo es bueno, también tiene un lado oscuro, que casi nadie lo conoce, y es que estos alimentos pueden traer consecuencias en la salud de las personas y en el medio ambiente.
Los alimentos transgénicos, pueden ser la clave para acabar con el hambre en el mundo, pero también pueden ser la clave para el exterminio de la raza humana. Estos alimentos, son modificados a nivel genético, son mejores y de mejor calidad que cualquier otro alimento de este tipo, pero, a su vez, al intentar hacerlos mas resistente a plagas, se han implantado en sus genes el veneno necesario para matarlas, o sea, las plantas van a tener veneno corriendo por sus hojas, veneno que si mata insectos, bien podría hacerlo con nosotros, o por lo menos, afectar nuestra salud.
Este veneno, en combinación con la ley selección natural, hace que cada especie sea mas fuerte cada vez, o sea, si un insecto no resiste el veneno que tiene cierta planta, este insecto evolucionara hasta tal punto de volverse inmune a este veneno, y si a la planta se le mete más veneno, el insecto cada vez se volverá más y más resistente a este; y como consecuencia inmediata de esto, se podría causar la destrucción total de las plantas que no tengan este tipo de veneno en su interior, dejando desprotegidas totalmente a las plantas normales, de cualquier ataque de estas nuevas súper plagas.
En muchos países se han creado leyes referentes a este tipo de alimentos, como por ejemplo en Colombia, hasta hace poco no eran aceptados este tipo de alimentos, o por ejemplo en África, este tipo de comida es prohibida por el gobierno y la religión, considerándolos como un atentado contra la vida, el medio ambiente, e incluso hacia su religión.
Como se puede ver, no todos están de acuerdo con este tipo de alimentos. El mundo se deja llevar por las apariencias, todo entra por los ojos, todo es “color de rosa” como lo pintan las propagandas por radio y TV, pero la realidad es que nunca nos tomamos la molestia de investigar a fondo lo que nos dicen, “tragamos entero”.
En conclusión, podemos observar que la sociedad a la cual nos estamos acercando, no es para nada la sociedad ideal, es una sociedad de “zoombies”, ajenos a todo lo que haga referencia a los sentimientos de los demás, dejándonos llevar por la corriente, andando a la deriva, sin saber que hacer, ni siquiera que ser ni que comer.
Estaríamos controlados incluso hasta por nuestras mentes, las multinacionales, tendrán tanto auge, que ya no seria necesario vivir, solo esperar que estas empresas nos creen, y hagan con nosotros su voluntad.
Y la comida, si es que para ese entonces se le puede llamar de esta manera, perdería totalmente la concepción que tenemos de ella, ya solo unos pocos serian los que puedan tener acceso a ellos, y los demás, serian como la “escoria de la humanidad”. “Estamos caminando hacia un hueco, sabemos lo que debemos hacer, y no lo hacemos”.
Por eso, observemos… escuchemos… investiguemos, busquemos nuestro propio cristal, elijamos nuestro propio cristal con libertad. Sólo nosotros podemos responder por el valor de nuestra vida y tenemos el derecho de exigir cuando atentan contra ella.- Foto: Joven indígena sostiene una pancarta con dibujos que explican las consecuencias ambientales de los elementos agrotóxicos, durante una protesta en Asunción, Paraguay en el 2009.
“Las patentes de las semillas son un atentado contra la vida y la seguridad alimentaria a escala mundial.”
Alicia Vega es la principal colaboradora de BN. Maestra de inglés. Traductora de noticias, articulista temas de salud y fotoreportera – contacto: alicia@bahianoticias.com. Realiza su aporte comunitario ad honorem.
Se sugiere leer el siguiente artículo: 
TRANSGÉNICOS: EL FUTURO ROBADO A LA HUMANIDAD por PEDRO POZAS TERRADOS:http://elproyectomatriz.wordpress.com/2009/08/21/transgenicos-el-futuro-robado-a-la-humanidad/

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